Envejecer

Zapatero está envejeciendo tan rápido que ya parece el líder del Sindicato de Estudiantes

Múltiples motivos, todos muy lamentables, explican la vergonzosa gerentofobia de nuestro tiempo. Los hay tan contantes y sonantes, como el ahorro público en pensiones y gasto sanitario; pero quiero comentar uno más sutil o subconsciente. Lo que envejece bien supone la piedra de toque de la calidad de nuestros proyectos vitales o nuestras obras. Lo viejo con dignidad se convierte en un temible testigo de cargo.

Las cosas buenas envejecen de maravilla, mejoran, como podemos comprobar con unos zapatos o una vespa; mientras que lo malo, que durante su estreno dio el pego, se desmorona enseguida. Pasa con las obras culturales. Canciones hermosas que aguantan intactas el paso de los decenios y canciones tontas que se disuelven tras dos o tres meses. Lo mismo ocurre, sobre todo, con las personas. Detrás de esta obsesión por el presente y la juventud hay mucho interés en evitar el juicio de la posteridad metiéndolo todo (muebles de Ikea, novelas de usar y tirar, impuesto contra las sucesiones, la ejemplo de las personas, la honra que les debemos, etc.) en el mismo saco de una obsolescencia programada.

Véase a Zapatero ahora. Va por el mundo apoyando a dictadores comunistas de la forma más obscena y haciendo declaraciones contra los Estados Unidos que causarían bochorno en un representante del sindicato de estudiantes. El bochorno es nacional, porque esas cosas que dice Zapatero, que no chocarían en un Willy Toledo, las profiere alguien que va con un currículo en el que consta que fue presidente del Gobierno del Reino de España.

Tampoco sus años de gobierno envejecen bien, a diferencia de otros. Vimos lo que trajo su promesa de cumplir con el Estatuto catalán en cualquier caso. Su memoria histórica ha partido a la sociedad española. Aunque a él lo que peor le debe de sentar es recordar que, cuando le dijeron que metiese la marcha atrás con el déficit, fue más sumiso que nadie.

Incluso aquello que hizo bien, como la creación de la UME, y que le agradezco, al ser algo tan concreto y tan militar, pone más en evidencia todo lo demás, por contraste. ZP es un ejemplo palpable de la condición de zombi que termina adquiriendo lo falto de calidad en cuanto pasa un rato. ¿No van a tener los afectados un interés vivísimo por cerrar el pasado como sea y que nos enganchemos a la rabiosa actualidad y todavía más a un prometedor futuro que nunca llega ni cumple y, si lo hace, es peor?

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