La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Encarna, de la saga de los Paso

Pertenecía a una saga teatral centenaria, se formó con actrices de leyenda y estuvo seis décadas en los escenarios

Porque su abuelo era el comediógrafo (El apuro de Pura), dramaturgo (Ojo por ojo) y libretista de revistas (El arte de ser bonita) y zarzuelas (El niño judío, El asombro de Damasco, La alegría de la huerta) granadino Antonio Paso y Cano. Porque su tío abuelo era el también periodista, poeta y libretista granadino Manuel Paso y Cano, prematuramente fallecido tras una vida bohemia que dio frutos tan dispares como libros de poesía, artículos en Blanco y Negro y La Ilustración Española o el libreto -junto a Joaquín Dicenta- de la popularísima zarzuela Rosario la Cortijera a la que Chapí puso música en 1900 y fue llevada al cine en 1923 con Elisa Ruiz Romero y en 1935 con Estrellita Castro. Porque su padre era Antonio Paso Díaz, empresario teatral, comediógrafo y guionista de cine que escribió libretos para los más famosos compositores de su tiempo desde Jacinto Guerrero a Manuel Penella y Ernesto Lecuona o Pablo Luna. Porque era sobrina de los comediógrafos Enrique Paso y el popular y prolífico Alfonso Paso, que llegó a tener en cartel siete obras a la vez. Porque se formó en las compañías de actrices de leyenda como Milagros Leal y Catalina Bárcenas. Por todo esto, además de por su talento personal, era tan gran actriz Encarna Paso, fallecida anteayer a los 88 años.

Llevaba el teatro en la sangre y pisó los escenarios durante seis décadas. Y el teatro es, no la única, pero sí la escuela suprema de la interpretación. Él dio a España la gloria, no solo de tantas primeras figuras, sino de los extraordinarios secundarios que aprendieron el oficio en duras giras teatrales. Brillante en cine -se la ha recordado sobre todo por Volver a empezar, primera película española que obtuvo el Oscar- y en televisión, fue antes que nada una actriz teatral que estuvo sobre los escenarios desde que Marsillach la dirigió en 1958 en La cornada de Sastre hasta que lo hizo Plaza en Yo Claudio en 2005. Por eso fue tan grande en la pantalla. "Los actores que vienen del teatro -ha dicho Gutiérrez Aragón- tienen muchas virtudes, sobre todo que se les entiende muy bien cuando hablan. Son muy técnicos y, como es el caso de Encarna Paso, tienen tras de sí un largo recorrido por la vida, conocen todo el escalafón de la profesión". ¡Y qué importante es que se les entienda, visto lo mal que vocalizan las nuevas generaciones de actores españoles huérfanos de escenario!

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