Ayer miércoles se celebraron simultáneamente elecciones nacionales, regionales y locales en Marruecos. Lo cierto es Marruecos está lejos de considerarse una democracia y el prácticamente todo el poder lo ostenta el rey y su entorno, el Majzén. Los ministerios más importantes como Interior o Asuntos Exteriores, llamados "ministerios de soberanía" dependen directamente del monarca independientemente del resultado de las elecciones y del gobierno que nombre las cámaras. Todas las grandes decisiones del Estado marroquí derivan del rey y su círculo cercano, donde también termina gran parte de la riqueza del país.

No obstante, el resultado de estas elecciones es de un cierto interés para Europa y para España. El Magreb es un entorno geoestratégico para la UE y particularmente para los países mediterráneos. La seguridad de Marruecos en una región inestable como es el norte de África ha sido siempre un activo que ha primado por encima de otras consideraciones, como la sistemática violación de derechos humanos de los disidentes políticos y activistas, la represión a la población saharaui y el expolio de sus recursos naturales, el encarcelamiento de periodistas, etc. Sin embargo, en los últimos meses Marruecos parece haber entrado en una fase preocupante en su política exterior. Envalentonado por el apoyo de Trump, ha desafiado a varios países europeos (especialmente Alemania y España), ha incrementado la tensión con su vecino y rival regional Argelia, habiéndose roto las relaciones diplomáticas hace apenas unas semanas, y se ha alejado de otros países árabes al sustituir su tradicional apoyo a la causa palestina para aliarse con Israel.

Por ello es interesante analizar el resultado de las elecciones de ayer. Todo parece indicar que con un importante índice de abstención surgirá un parlamento muy fragmentado sin partidos políticos que representen realmente una vía de acción política. También se prevé una importante pérdida de apoyo del partido islamista moderado PJD que ha ostentado el gobierno durante dos mandatos pero que, sin margen de actuación, no mantiene el apoyo popular del que gozó originalmente. De ser así, se reforzará el poder casi absoluto del monarca aumentando su margen de acción y maniobra sin una oposición institucional en la inquietante involución democrática y en la deriva nacionalista de Marruecos.

Posiblemente en unas semanas se publicarán dos sentencias en procedimientos seguidos ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea en los que se pronunciará sobre la cuestión del Sáhara Occidental. Si estas sentencias fueran contrarias a los intereses marroquíes se nos avecinan tiempos enormemente complejos en las relaciones norte-sur en torno al estrecho de Gibraltar.

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