Efectos secundarios

Con el tiempo concluiremos que la toma de muchas decisiones se han tomado por puro oportunismo político

Curioso efecto secundario de la vacuna que ha dado la cara esta última semana, consistente en ceses, dimisiones, o suspensiones de militancia de cargos políticos que a pesar de su numantina resistencia, se vacunaron de manera involuntaria y forzosa, por distintas motivaciones. Ninguno que yo sepa, hace guardia en hospitales o limpia en una residencia de ancianos, pero ese nimio detalle no lo excluye de ser más que esencial para nuestra sociedad, y por tanto, destinatario de las primeras vacunas, como no.

Supongo que ya habrá legiones de avezados reporteros investigando si el número de vacunas inyectadas coinciden con el número de sanitarios y personas de la tercera edad, a los que legítimamente les corresponde en esta fase, o si sorprendentemente, se ha desviado alguna que otra mas de las sabidas, para su clandestina inoculación al abnegado político que, cual conejillo de indias, ofrece su cuerpo en pro de la ciencia y la investigación. Quien dice político dice familiar de, amigo de, o allegado, en la más novísima terminología pandémica. Una verdadera casta coronovaricamente pura, por la gracia de Pfizer y del consagrado arte ibérico de colarse.

Tamaña desvergüenza se permite como muestra mas del sindios que está siendo la gestión de la pandemia, donde se improvisan decisiones como el propio liderazgo contra la misma, que fue primero competencia estatal y luego autonómica, con colectivos olvidados e indebidamente castigados en comparación a otros, como la hostelería, con imposiciones erróneas y poco entendibles, como el mantenimiento de las clases contra el clamor general y la mas elemental lógica observando las cifras de contagio como ha sucedido en La Línea, o la negativa a que sean las Comunidades Autónomas las que fijen el horario del toque de queda.

Quizá cuando observemos con la perspectiva del tiempo lo que viene ocurriendo, concluyamos que la toma de muchas decisiones, lejos de ampararse en motivaciones sanitarias de manera estricta y dentro de una planificación de actuación general también en preservación de la economía nacional, se han tomado por puro oportunismo político.

El problema es que tal oportunismo costará vidas. No se si la vacuna que se puso cualquier político caradura sin que le correspondiera, hubiera inmunizado a otra persona mas expuesta, que luego acabó contagiada. Quizá es mucho suponer y es un caso extremo, claro está, pero, lo que importa es lo que trasluce el gesto; a muchos no les importan los demás ni el interés general. Y algunos de ellos, son los que toman las decisiones. Así nos va.

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