Al margen de preferencias políticas que son todas muy respetables, al alcalde Landaluce, se le reconocen dos virtudes fundamentales: se parte la cara por Algeciras y nadie puede dudar de su honradez personal. Dado que los ayuntamientos actuales están todos tiesos como la mojama, el hombre se esfuerza por sacar recursos hasta de debajo de las piedras, para dinamizar la ciudad y así un día te llena la calle de legionarios desfilando, otro convierte la Plaza Alta en una catedral de luz u homenajea al genial Paco de Lucía con un digno festival. Esta vez, con la ayuda de la valerosa Pilar Pintor, ha logrado traer al Museo Municipal, la colección temporal "El Barroco" procedente de los fondos pictóricos de la Fundación Cajasol. Valdés Leal, Zurbarán o Alonso Cano son nuestros huéspedes hasta abril y merece la pena hacerles una visita. Durante la inauguración capté una imagen inédita, Pérez Villalta contemplando absorto, el "Pedro Nolasco" de Zurbarán. Dos grandes pintores unidos en el tiempo, por la obra de uno de ellos.

Llamó poderosamente mi atención el cuadro que representa a Santo Domingo de Guzmán, mi santo favorito, que según pude leer en el coqueto catálogo, editado al efecto, formó parte de una colección de 30, encargada por los dominicos sevillanos al taller de Zurbarán. Es una representación tradicional, con el adorno de la típica vara de azucenas, símbolo de la pureza. Eché de menos en la simbología dominicana al perro sobre el orbe, con la antorcha encendida en la boca. Se cuenta que durante el embarazo, la madre del santo, Juana de Aza, tuvo esa visión durante el sueño. Visitó a Santo Domingo de Silos que le predijo la misión de su hijo, iluminar al mundo con la luz de Cristo. Agradecidos por la interpretación, le pusieron el nombre de Domingo. Curiosamente, muchos autores, creen que el nombre de la orden, viene de la acepción "Domini canis", los perros del Señor, con el que fueron apodados los dominicos por su intervención en los tribunales de la Santa Inquisición. Santo Domingo de Guzmán forjó la orden para la Teología y la predicación. Vivió a caballo entre Salamanca, París y Bolonia, donde estaban las principales universidades europeas de la época. El santoral de la orden incluye a Tomás de Aquino, Alberto Magno, Catalina de Siena o Rosa de Lima. Fueron dominicos, un martillo de herejes como Tomás de Torquemada, un liberador de esclavos como Bartolomé de las Casas, Fray Angélico o el humilde Fray Escoba. Las redes sociales, son hoy el nuevo púlpito para la predicación. El "padre amado" está enterrado en un bello mausoleo, en Bolonia.

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