Divina juventud

Solo un político sin ideas ni compromiso puede estar a favor del turismo, cáncer de nuestra civilización

Gonseguí apartarme de mi rutina pero lo visto no me gusta. Vivir lugares me encanta: viajar, algo menos; la avaricia está acabando con cualquier sitio que asome la cabeza y no tenga protección, es tanta la cantidad de gente, la sensación de estafa y explotación, la reconstrucción de la originalidad que se supone que el turista busca en su cabeza, que Europa se está convirtiendo en un parque temático si no lo es ya; sólo un político sin ideas ni compromiso puede estar a favor del turismo, cáncer de nuestra civilización.

Porque, mientras, recuerdo una frase de mi hija, con su titulación de élite y un contrato para investigar la ELA (poco más de lo que ganaría en un supermercado): "Una sociedad que no paga a la juventud para que pueda vivir independiente en su casa ha fracasado". El Consejo de la Juventud de España da cifras de vergüenza, la media es que una joven (las mujeres peor aún) podría pagar con su sueldo sólo un tercio de lo que vale la media de un alquiler... "Coliving" por lo cojones, obligación y necesidad, incluso trabajando ejemplarmente, para que digan de esta juventud.

Qué mundo de mierda les estamos dejando. Deberíamos sentirnos como criminales y, sin embargo, para eso está la ideología, todo tiene su explicación y todo vale, todo es por algo, nos justificamos maravillosamente. Las mansiones que he visto en algunos lagos alpinos son la raíz, ahí viven los ideales de Europa.

Un mundo dominado por la valoración superficial del aspecto, donde la felicidad se antepone al conocimiento como si estuvieran desvinculados (cuando sí lo están se denomina gilipollez), donde mostrar las perfecciones y alcanzar los paradigmas de comportamiento de las redes sociales son lo único que importa, con un sistema educativo claudicante que deja a esta juventud inerme para poder enfrentarse a la realidad de sus cuerpos, de sus dineros y de sus vidas... qué garantías le estamos ofreciendo para tener una dignidad más allá del consumo de miserias disfrazadas de lo guay ("riders" semiesclavos que te llevan pizza o sushi de plástico a casa, ropa basura para tirar al rato, turismo en ataúdes volantes...).

Que el suicidio sea la principal causa de mortalidad entre los quince y los treinta años (en España cada dos horas y pico se mata alguien) debería llevarnos a pensar si no deberíamos ser nosotros los muertos de una puta vez, no merecemos más.

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