el mástil

Ildefonso / Sena / Isena@imagenta.es

Discriminación

UNA profesora de español en la universidad yanqui de Pittsburgh ha sido despedida de su trabajo porque, según señala, tiene acento español. Como se dice en informática, español de España.

El asunto, que ha provocado la intervención de nuestro Consulado en Nueva York pidiendo explicaciones a la universidad, tiene como trasfondo el ascenso a jefe de departamento de una profesora boliviana, para quien España es un "país opresor". Así que, con dos ovarios, ha decidido no renovar contrato a Sarah Williams que es como se llama nuestra protagonista. Ahora, hagan un esfuerzo e imaginen la misma historia aquí, en España, pero a la inversa. Calculen que en cualquiera de las decenas de universidades patrias -algunas ruinosas y superfluas- a un profesor de origen boliviano, cubano o colombiano, pongamos por caso, no le renuevan el contrato por su acento hispanoamericano. ¿Qué pasaría? Pues que, además de suponer una discriminación xenófoba y una ilegalidad como un templo, las páginas de los periódicos se llenarían de textos con acusaciones racistas, Telecirco encontraría un gran filón para su noria, habría manifestaciones de sudamericanos en todas las plazas y, en definitiva, se armaría la de Dios es Cristo o como sea que se escriba.

Pero, claro, la discriminación ha pasado en Yanquilandia, nación que acuñó ese término y donde el español como idioma empieza a mosquear sobremanera.

Además, las cosas en nuestro país a veces se magnifican de manera que llegamos a ser más papistas que el Papa. Y si no, que se lo pregunten a la Policía cuando uno de sus agentes pide la identificación a un inmigrante sudamericano porque, a la mínima de cambio, es acusado de racista.

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