La esfera armilar

Alberto P. de Vargas

A Dios lo que es de Dios

CADA cierto tiempo y sobre todo cuando se cumplen la onomástica o el aniversario de algún personaje importante cuyas teorías o descubrimientos han provocado polémica o controversia, se reaviva el debate, por lo general no más allá de la banalidad, del supuesto enfrentamiento entre la fe y la razón. Me he referido a ello en no pocas ocasiones. Es un asunto que de algún modo afecta a la sensibilidad de los que siendo creyentes, católico en mi caso, tenemos como ejercicio profesional pensar y transmitir saberes propios y ajenos. Debo decir que soy matemático y por lo tanto habitual de oficio a la precisión, al rigor y a la lógica. Jamás me he sentido incomodado por la fe. Nada me perturba en lo que a ello se refiere, ni nada cuestiona mis principios morales enraizados en el humanismo cristiano; por otra parte, el soporte natural de eso tan complejo que denominamos "cultura occidental". El cristianismo es ineludible si queremos entender lo que significa la palabra Europa, y no digamos España en donde se presenta la curiosa singularidad del islam que desarrolló unos modos tan españoles como pudieran ser cualesquiera otros, diseñando una estructura social y política autóctona que reconocemos bajo el nombre de Al-Andalus. No sólo Andalucía sino casi toda España admite esa vieja y tradicional referencia, si bien Andalucía fue el eje director del período histórico. Conviene, no obstante, señalar que aunque bien podría ser esa larga y pintoresca estancia en España de una realidad extraña a Europa, el epicentro de nuestras distancias con el continente, la presencia del hecho religioso, ya sea cristiano o musulmán, no deja de mantener una fuerte presencia en el tejido social e incluso en el político. Las sociedades del orbe cristiano han ido abandonando la esfera política, sin embargo los regímenes del orbe musulmán son, en su mayoría, teocráticos. La religión supone un credo moral y por lo tanto una actitud y un comportamiento que no deben quebrantar el credo. De ahí las discusiones alrededor del binomio política-religión cuando se trata de asuntos que tienen que ver con la moral. No es el caso con el referente científico. Afirma Martin Rees, presidente de la Royal Society, la vieja y prestigiosa institución de la Ciencia británica, que "probablemente nuestro cerebro nunca pueda saber qué ocurrió antes del Big Bang", la gran explosión a que remite la teoría asumida por la comunidad científica, para explicar el origen del Universo. Miserias humanas y barbaridades aparte, la declaración de Rees podría resumir la evidencia de que la mente humana no puede acabar de explicarlo todo, entre otras cosas porque la razón no da para tanto.

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