Van pasando las semanas y pareciera que hemos contratado una "tarifa plana" de calendario. Todos los días se parecen entre sí y se escurren, como la arena de la playa entre los dedos. No me siento excesivamente mortificado, porque mis aficiones han sido siempre intelectuales y por tanto, más de butaca que de cancha. De hecho mi hija sostiene que yo ya venía preparándome para esto, desde hace veinte años. No me importa lo que diga. Sepan ustedes que los cuerpos más longevos de la Administración Pública, son el de jueces y el de profesores de universidad. Imitando las horas de despacho que se pegan, se cultivará la conservación de la especie, digo yo. Aunque, ahora, este virus traidor en un quítame allá este contagio, borra inmisericorde el horizontes temporal de los más mayores. Ha convertido, la "tercera edad" en la "edad letal".

Al margen de la depresión, he hecho un descubrimiento humilde, pero interesante. Le he encontrado utilidad a las pequeñas pastillas de jabón que mangamos en los hoteles. Bueno mangar, mangar.......se supone que los ponen ahí, para que te las lleves, junto con el cepillo de dientes, la maquinilla de afeitar y el calzador. Los hoteleros, las llaman Amenities. Bueno, volviendo al hallazgo, con la cantidad de veces que hay que lavarse las manos, como profilaxis, los jaboncillos han salido del cajón olvidado y por fin han encontrado, un destino en lo universal. Es el tiempo ideal para realizar tareas que has ido postergando, por el acelerado tempo en el que vivíamos antes. Descontadas las de bricolaje, por falta de suministros queda por ejemplo, ordenar las fotos familiares, dispersas en cajas y álbumes del tiempo anterior a que los móviles contaran con cámara incorporada. ¡Tenga cuidado!. No está usted preparado, para la avalancha de nostalgia que se le viene encima. Miren que no soy de lágrima fácil, pero rememorar los cumpleaños infantiles, las primeras comuniones, los ratos felices de un tiempo que ¡ay! ya pasó, derrumba al corazón más pétreo. Existe también un daño colateral en estas labores. Creo firmemente que en mi casa hay un "agujero negro", como los interestelares, a dónde van a parar las cosas que uno busca con especial ahínco. Un poner, se interesa usted por un álbum de fotos de un viaje inolvidable. No aparece por ninguno de los rincones. Conclusión: el "agujero negro" se lo ha tragado, una vez más. Y que me dicen del polvo que barrí ayer del suelo minuciosamente y hoy vuelve a aparecer. Si no salgo a la calle, ¿habrá en mi casa algún fenómeno paranormal?.

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