Descontrol migratorio y rebrotes

España ha sido víctima prioritaria de la aplicación a lo bestia del recetario de la extrema izquierda

Decir epidemia es tanto como enfermedad importada o llegada de lejos. La vulnerabilidad ante ella reside precisamente en eso, en ser atacados por un mal extraño contra el que no estamos inmunizados. De modo que cualquier defensa inicial que se pretenda eficaz va dirigida inevitablemente contra los forasteros, contra la libertad de movimiento, algo que ha sido la clave de todas las medidas de aislamiento o confinamiento ante epidemias desde la Edad Media hasta hoy. Por eso fueron tan injustas y nocivas las acusaciones de xenofobia que se extendieron contra Vox y otras voces, valga la redundancia, que pidieron desde muy pronto el cierre de fronteras y la suspensión de los vuelos desde China. Por eso son intolerables, después de lo que hemos padecido en estos meses por imprevisión y desacierto, los melindres ante el papel que la inmigración ilegal está teniendo en los rebrotes actuales, especialmente en Andalucía, disimulados por los medios bienpensantes mientras les fue posible. Peor ha sido saber que en plena pandemia, y en medio del feroz confinamiento para la población, los llegados en patera, hasta dos mil según dicen fuentes oficiales, por tanto muchos más, podían desplazarse sin habérseles hecho test alguno y si no mostraban síntomas. Otra locura más de las muchas imputables a los irresponsables que, por supuesto, escaparán de rositas y hasta condecorados por su nefasta gestión. ¿Piensan hacer algo en relación con estos rebrotes más allá de seguir amenazando con nuevos confinamientos y acusando a la población? Porque las pateras, empujadas por las mafias y el buen tiempo, llegan y llegarán como moscas a la miel de las nuevas ayudas, y los aeropuertos, como han denunciado las autoridades madrileñas respecto de Barajas, son un coladero sin apenas control.

En estas semanas España ha sido víctima prioritaria a nivel mundial de la aplicación a lo bestia del recetario de la extrema izquierda en medio de un asentimiento social que nos declara preparados para nuevas fases del experimento de aniquilación de la libertades. Las pandemia ha sido un instrumento, una nueva forma de terror sutilmente administrado, para el doblegamiento de la crítica a un Gobierno inepto. Ahora que el mismo Gobierno, sin la menor contrición, se ha de enfrentar a una labor mucho más compleja que la gestión sanitaria, como es sacar del pozo a todo un país, seguimos paralizados por los mismos mantras. Pues nada, a sufrir.

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