Derrota de ETA

Los vascos, después de ETA, viven mejor que la media de los españoles y no quieren volver a las andadas

El último comunicado de ETA es rechazable por su inmoralidad, al diferenciar víctimas buenas y malas. Sin olvidar eso, tampoco debe apartarnos de la realidad. ETA está cumpliendo los últimos trámites para disolverse como organización terrorista, aunque en realidad ya no existe. Ha dejado de ser una preocupación para la mayoría de los españoles desde que no asesinan. El Gobierno de Rajoy pasará a la historia como el que certificó la defunción de ETA, aunque se debe reconocer a Zapatero (y a Rubalcaba) que la lucha contra el terrorismo fue uno de sus pocos puntos fuertes como gobernante, y resultó decisivo para el fin de los crímenes. Es una victoria de la democracia, con especial valor para el PP y el PSOE, que perdieron a militantes y cargos, asesinados en ese largo y duro camino del terror, que comenzó en las postrimerías de Franco y ha terminado en la segunda década del siglo XXI.

También tiene algo que ver el PNV, que no necesita a ETA para que el País Vasco sea el territorio más rico de España. Esa es una de las claves de la desaparición de ETA. Si en otros tiempos contribuyó al chantaje político, llegó un momento en que los vascos descubrieron que la independencia no les interesaba. En realidad, aquel Estado Libre Asociado a España, que pidió Ibarretxe, se parece bastante, de facto, a lo que ya tienen con el cupo. El PNV ha consolidado a los vascos como los más ricos de España. Han pasado a ser la envidia de los catalanes, que en otros tiempos eran puestos de ejemplo a los vascos, gracias al seny de Jordi Pujol. Las vueltas que da la vida. La crisis económica de los recortes pasó de refilón por Euskadi. Y el PNV de ahora, con Urkullu, hasta tiene sentido de Estado, hasta es decisivo para los Presupuestos Generales.

Los mismos que comparaban al País Vasco y a Cataluña, en beneficio catalán, siguen comparando, ahora al revés. Dicen: el Estado de Derecho ganará la batalla. Y sí, claro que debe ganarla. Pero la batalla contra ETA no se ha ganado sólo porque sus líderes se pudrían en la cárcel. Se ha ganado porque pasaron a verse como inútiles, un inconveniente para el progreso de los vascos. Todo eso que describe Fernando Aramburu en su novela Patria es el testimonio de un tiempo perdido. Pero la realidad de hoy, nos guste o no, es que los vascos, después de ETA, viven mejor que la media de los españoles (incluidos los catalanes) y no quieren volver a las andadas para empeorar.

El caso de Cataluña es diferente y necesita otra solución, aunque con el mismo desenlace: que el independentismo sea percibido como un estorbo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios