Democracias en peligro

Los enemigos de la democracia no siempre vienen de fuera, aunque presenten desafíos tan graves como la Rusia de Putin

El asalto a varias de las principales instituciones políticas y judiciales de Brasil por los partidarios de Bolsonaro ha sorprendido a pocos porque desde la derrota electoral del anterior presidente brasileño, éste ha seguido paso a paso la estrategia de Trump que desembocó en el asalto al Congreso americano hace apenas un año. La estrategia básicamente consiste en repudiar el funcionamiento democrático si los resultados electorales no son los deseados. Esto es, la democracia solo es válida si se consigue la victoria, en caso contrario, se cuestiona todo el proceso. El vencedor no es un rival político sino un enemigo de una patria que se ha privatizado y cuyos símbolos son utilizados de forma excluyente. La patria, piensan, solo pertenece a las oligarquías y a los seguidores populistas de la extrema derecha. Solo ellos tienen derecho a ganar las elecciones. Los demás serán siempre ilegítimos, fraudulentos y hay que desalojarlos, si es necesario por la fuerza. Y si no es por la fuerza por la utilización grosera de la mentira y la manipulación.

Este acontecimiento, aunque aparentemente lejano, nos pone de manifiesto la extremada vulnerabilidad de los regímenes democráticos. Los enemigos de la democracia no siempre vienen de fuera, aunque presenten desafíos tan graves como el que plantea la Rusia de Putin a todo occidente. Las democracias tienen en su interior un verdadero reto: cómo gestionar el fuerte crecimiento del populismo nacionalista que, a través de la utilización de las redes y nuevas tecnologías, la manipulación y los bulos apelan al odio como sustituto de una convivencia normalizada entre sociedades diversas con diferentes visiones y opciones políticas plurales con alternancia en el ejercicio del poder. En el seno de la Unión Europeo estamos sufriendo también ese auge de movimientos iliberales imbuidos de fanatismo e intolerancia que invocando sentimientos nacionales imponen su visión excluyente donde acceden al poder. Es el caso de Polonia y Hungría fundamentalmente, pero el peligro está presente en muchos otros países, entre ellos España.

Estados Unidos está demostrando que, aunque vulnerable, por ahora la democracia es fuerte y está resistiendo los embates del populismo. La UE está afrontando con firmeza los retos que se le plantean y está utilizando los recursos institucionales y judiciales disponibles en relación con Polonia y Hungría. Está por ver como resistirá Brasil los desafíos hercúleos que se le presentarán al presidente Bolsonaro. La lección es clara, las democracias tienen fuertes adversarios externos y peligrosos enemigos internos. Hay épocas como la actual, en la que hay que combatirlos simultáneamente.

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