La discreción no es una virtud que practiquen los narcos, Baltasar Gracián no está en la mesilla de noche de Francisco Tejón; en todo caso, algo de música, reguetón, macho y hormonas. Isco Tejón, uno de los miembros del clan de los Castañas, huido de la Policía y los guardias, protagoniza el último vídeo de Clase-A, lujerío hortera, Möet y pivones en biquini, acento cubano. Cómo no. De Cuba también procedía Tony Montana, el protagonista de la película El precio del poder, el que interpretó un Al Pacino rebozado en harina blanca y mojado en champán, un regalito de los que Fidel Castro se deshizo en el aeropuerto del Mariel. Los narcos de La Línea se han puesto el mundo por montera, les sobra el dinero y la vida, las mujeres y las amantes, graban sus juergas en Ibiza y se pitorrean de los civiles. Isco, el Castañita, flipa con los cubanos de Clase-A, y le dejan participar en su última promoción, a pesar de estar huido de la Justicia. Son así, ni Gracián ni la prudencia. Uno de los narcos más destacados de Barbate, Antón, se paseaba por el pueblo con un cachorro de tigre y daba entrevistas en la tele mientras era buscado por los policías. Reguetones y tiros en Estepona, el dinero también fabrica esta cultura narco, de series, música y héroes, otro engaño como la propia droga que si no prohibida, al menos debería de ser repudiada.

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