Un día en la vida

Manuel Barea

mbarea@diariodesevilla.es

Cuento de Año Nuevo

Iglesias y Abascal entonaron el 'Asturias, Patria Querida' y los demás los siguieron haciendo los coros

Torra tragó y apoquinó. Le había llegado una transferencia de Waterloo para más lazos amarillos pero al final accedió y se la pulió en la francachela navideña. "¡Cuán falso es el tópico del catalán tacaño, collons!", gritó. "Tranquilo, Joaquín", respondió Abascal, pronunciando con retranca su nombre en español mientras le enseñaba algo en la palma de su mano: se lo había pasado Ortega Smith, regalo de un legionario admirador. "Nos hacemos un porro", propuso el jefe de Vox. "Esta mandanga no la ha probado ninguno de tus perroflautas, Pablito", le dijo a Iglesias tirándole cariñosamente de la coleta. Al otro Pablo, Casado, le hicieron los ojos chiribitas. "Joder, por fin un porro en mi vida", se dijo a sus 38 tacos. De la barra volvía, cual camarero solícito, Pedro Sánchez con una bandeja con vasos, cubitera y una botella de Wild Turkey. Causó jarana. Y choteo al evocar alguien su paso por el programa casero de Bertín. "Gran tipo", sentenció Abascal, que ya le había dado un pellizco a la bellota y se afanaba en el aliño. "Mis asesores me recomendaron un guiño al voto de veganos y abstemios, tan al alza", admitió Sánchez con desdén -achispado por todo el Ribera que había pimplado con el chuletón de Ávila- mientras servía copazos generosos. Iglesias atisbó a Carmen Calvo absorta al fondo de la sala. ¿Aburrida en el heteropatriarcado? Tuvo una idea. "¿Por qué no llamamos a Albert y que se marque un strip-tease?". Hubo risas y aceptación, aunque Abascal incluyó un matiz que no logró evitar: "Qué mariconada". Casado intervino raudo con la solución. "¡Yo tengo el móvil de Olvido Hormigo!", gritó jubiloso, como el niño repelente que consigue triunfar ante los mayores. "¡Llámala pues! ¡Kabenzotz!", bramó Aitor Esteban. Sánchez sintió cierto engorilamiento porque el pijo del PP tuviera el móvil de la ex concejal socialista que en verano había respondido en una entrevista: "A mí me gusta Pedro Sánchez. Físicamente y de todo". El presidente en funciones, que ya sentía los efectos de las primeras caladas al canuto, sonrió bobamente con el recuerdo. Iglesias lo sacó de su abstracción. "¡Pero seguimos en mi casa!". Abascal le echó el brazo por los hombros. "No queremos molestar, Pablito, tus niños…". "Sin problemas, Santi, aquello es muy grande, no se enterarán, no molestáis", tranquilizó el de Podemos al de Vox. Y salieron juntos entonando el Asturias, Patria Querida. Los demás los siguieron haciendo los coros. Torra no racaneó con la propina.

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