La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Cs se extingue sin remedio

El partido que preside Inés Arrimadas murió en realidad el día de las elecciones andaluzas

La dimisión, el jueves, del secretario de Organización de Ciudadanos, Borja González, permite llegar a dos conclusiones. Una, que Cs es ya un partido insignificante e irrelevante, porque ¿quién conocía la existencia de un secretario de Organización llamado Borja González que llevaba ya dos años y medio en un cargo tan importante en cualquier formación política? Dos, que el partido que preside Inés Arrimadas galopa sin remedio hacia la extinción. Una pérdida para la política española, creo.

En realidad Ciudadanos murió materialmente el mismo día que triunfó con rotundidad desconocida Juanma Moreno. Una vez más Andalucía extendió certificados de vitalidad y de defunción. Cs pasó de haber obtenido 659.000 votos en 2018 a 120.000 el 18 de junio pasado, un minúsculo 3,29% de los sufragios emitidos. Y lo que es mucho peor, de 21 diputados a ninguno. No hay partido que resista una debacle de estas dimensiones sin sufrir un terremoto y ver cuestionada su propia existencia. Porque, encima, el desastre su produce en la comunidad autónoma más populosa de España y en donde Cs había logrado su mayor cuota de poder (la vicepresidencia de la Junta, la presidencia del Parlamento y varias consejerías). No hay paliativos para esta enfermedad con síntomas de terminal.

La dimisión de Borja González coincide en el tiempo con la difusión del manifiesto de quinientos militantes que exigen el cese de Inés Arrimadas y la convocatoria de una asamblea extraordinaria. Entre ellos están ocho parlamentarios autonómicos y dirigentes locales, agrupados en una plataforma llamada SomosCs, crítica con la refundación propiciada por Arrimadas. Las dos corrientes dan la impresión de ser patadas adelante, fruto de la frustración y el desconcierto. Recuerdan los últimos tiempos de otros proyectos centristas, reformistas y liberales, como el último de Adolfo Suárez (CDS) y el de Rosa Díez (UPyD). Ambos se extinguieron por falta de apoyo popular.

Las causas de esta muerte presagiada son varias, desde la irrupción de Vox a la consolidación de la derecha, la inhibición en Cataluña tras haber ganado las elecciones autonómicas al independentismo, la negativa a formar coalición con el PSOE antes de la constitución del Gobierno Frankenstein y el liderazgo histriónico y aficionado de Albert Rivera. Pero tiene mucho que ver con un exceso de ambición. Nunca debieron aspirar a dar el sorpasso al PP, siempre tendrían que haber aspirado a ser un partido bisagra, centrado y abierto a pactar con la derecha y con la izquierda. Como tantos otros que en Europa funcionan con éxito.

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