Los primeros periódicos que tuve entre mis manos fueron los que ponían a disposición de los clientes en la peluquería (entonces, barbería) a la que me mandaba mi madre. El diario "As" (en blanco y negro y con una atractiva señorita -cada día distinta- adornando la contraportada); "El Ruedo" semanario taurino y "El Caso" semanario de sucesos. Mi primera opción era el "As" pródigo en noticias sobre mi equipo favorito el Real Madrid, si estaba ocupado, elegía "El Ruedo" cambiando sin problemas al Madrid por Manolete y si me quedaba tiempo de espera para mi corte de pelo entonces me entretenía con "El Caso". Era este un periódico singular ya que su contenido se circunscribía a dar noticia de hechos delictivos, calamidades y desgracias. En un régimen que se apoyaba en gran parte en la autopropaganda, era lógico que a las autoridades no les hiciera demasiada gracia que "El Caso" sacara a la luz el lado oscuro de una sociedad que ellos nos vendían como casi idílica. Pronto frenaron el entusiasmo con que sus redactores indagaban en busca de maleantes y asesinos, reduciendo a uno por semana los crímenes de los que podían informar, eso sí, siempre con la condición de que fuesen casos ya resueltos por la policía. A falta de crímenes rellenaban sus páginas con una exhaustiva atención a los timos y estafas con los que truhanes y carteristas esquilmaban a la gente crédula e inocente que, en avalancha, llegaban desde el ambiente rural a las grandes ciudades. El tocomocho, la estampita, el del entierro… no en vano España es la tierra de "El Lazarillo de Tormes" o "Rinconete y Cortadillo". A pesar de todo, lo que disparaba las tiradas del "El Caso" eran los crímenes. Hitos en la historia del semanario fueron el de la niña de 12 años Josefina Vilaseca, apuñalada por un mozo de labranza al resistirse a la violación. Una foto de la niña en su lecho de muerte con un crucifijo entre sus manos y el titular: "La niña que prefirió morir virgen a ser violada". El cuádruple crimen de Jarabo, el misterio de la mano cortada (la censura prohibió la portada con la foto de la extremidad amputada por una aristócrata a su hija muerta) o, ilustrando la crónica de su fuga, la famosa imagen de "El Lute" esposado y con un brazo en cabestrillo en medio de la pareja de agentes de la Benemérita que lo habían detenido. "No volváis sin fotos" les ordenaba el director, Eugenio Suarez, a sus intrépidos reporteros. De manera visionaria intuyó que la apoyatura gráfica era fundamental para el éxito de sus truculentas historias y aunque a "El Caso" lo llamasen "el periódico de las porteras" el sabía que, a escondidas, era leído hasta en los ministerios. El semanario murió de éxito en 1987; la crónica negra pasó de sus páginas a las de la televisión (telediarios incluidos) y lo que antes se censuraba, es hoy la parte fundamental de cualquier informativo. En realidad, la mejor cortina de humo para ocultar las tropelías de los políticos.

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