Crispar e invitar a café

PP y Vox acusan al Gobierno de dictatorial, el ejecutivo les tacha de golpistas y la gente está harta de tanto teatro

Narciso Michavila, uno de nuestros sociólogos de mayor prestigio, suele repetir que quien crispa pierde y se verá el 12 de julio en Galicia y País Vasco. Se supone una advertencia sobre el porvenir electoral de Podemos y Vox. Pero en lo inmediato los populistas de izquierda y derecha ya han ganado, polarizando al máximo los extremos del espectro político. Es cierto que la gente común está harta de tanta violencia verbal. Por si acaso, el ejército de personajes dedicados a la crispación, en el que también tienen plaza dirigentes populares y socialistas, desde hace unas fechas practica un juego nuevo: crispar y esconder la mano. Es el momento café. Te sacudo y te invito a un amistoso café para que no digan…

Aquí crispa todo dios. Es difícil establecer qué fue antes si el huevo o la gallina. Pero en la oposición Vox y una parte del PP acusan a la coalición gobernante de ejercer una dictadura autoritaria. Rechazan por ilegítimo a un Gobierno que se apoya en populistas, independentistas y herederos de terroristas. Según esa doctrina, no todos los diputados tienen la misma dignidad. Enfrente, el presidente Sánchez ha dicho esta semana en el Congreso que el PP quiere derrocar al Gobierno. Engancha con la teoría del vicepresidente Iglesias de que Vox querría dar un golpe de estado pero no se atreve. Y completa la exaltada pregunta de Carmen Calvo a Cayetana Álvarez: ¡¿ustedes en qué andan?!, tildando al PP de amparar una conspiración. El miércoles, tras la aprobación sin votos en contra del ingreso mínimo vital, el lugarteniente de Iglesias Rafael Mayoral dijo en TVE que "la coalición PP-Vox huele a Videla y Pinochet". Nadie se corta un pelo.

Entonces a alguien se le ocurre lo del café, que como intérpretes de un guion repitieron en el Congreso Calvo e Iglesias. El dirigente de Vox Espinosa de los Monteros hizo algo parecido: elogiar la moderación de Solbes y Salgado para resaltar el extremismo del actual Ejecutivo. Es posible que la oposición esté siendo más cafre; sería difícil afinar. Pero el Gobierno tiene siempre más responsabilidad que la oposición y debe dar ejemplo.

El sentido común invita a pensar que Michavila tiene razón: a medio plazo quien crispa pierde. Pero si acaba desquiciado el conjunto del país, los populismos de extrema izquierda o de extrema derecha acabarán dominando. Están marcando el paso a sus vecinos y tanto PSOE como PP se están dejando arrastrar. Habría que pedir a socialistas y populares menos café y menos teatro.

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