La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Con Coripe

Acosar e insultar a políticos democráticos enaltece la libertad y quemar un muñeco es un delito de odio

Unidas Podemos, ERC, PDeCAT, PNV y Compromís, con el apoyo del PSOE, lograron que se admitiera a trámite en el Congreso la supresión de los delitos de enaltecimiento del terrorismo, injurias a la Corona, ultrajes a España y sus símbolos u ofensas a los sentimientos religiosos. Se opusieron PP y Ciudadanos (recuérdenlo el domingo). En España tuiteros, manifestantes, raperos y todo aquel que lo desee puede insultar al Rey y quemar sus fotos, pisotear los sentimientos religiosos o profanar iglesias, quemar banderas de España ofendiendo gravemente a personas, símbolos, instituciones y sentimientos. Pero cuando en Coripe se quema un Judas con la figura de Puigdemont -presunto delincuente fugado de la justicia tras haber participado en un presunto golpe de estado- se habla de delito de odio, se amenaza con denuncias, Torra titutea "Sencillamente hórrido. Asco extremo. Intolerable. Lo denunciaremos", Meritxell Batet y Urkullu lo condenan, Rufián -sí, Rufián- lo califica de "salvajada" y el propio fugado Puigdemont recrimina al PSOE, partido que gobierna la localidad, por consentirlo.

Los políticos de las regiones con aspiración a naciones que más disfrutan cuantas más banderas españolas y retratos del Rey se quemen son los más indignados. Y junto a ellos esa izquierda que considera que insultar a la religión, profanar templos, hacer pintadas en ellos o enaltecer el terrorismo y humillar a las víctimas es una muestra de libertad de expresión y crítica que engrandece a nuestro país como un paraíso democrático. Hasta que se quema un muñeco de uno de los suyos. Y para colmo en Andalucía. El escritor Quim Monzó se ha sentido tan afectado por los hechos de Coripe que ha tuiteado "Gracias, madre, por haber huido de esta puta mierda y no haber querido volver nunca más", en referencia a su ascendencia andaluza materna. Con sano sentido común el alcalde de Coripe ha replicado: "Aquí no quemamos a Cataluña, sino a un muñeco de un señor fugado de la Justicia".

Mientras tanto, en Gerona, unos pacíficos ciudadanos, en uso de lo que en este país se entiende como derecho a la libertad de expresión, acosaron a Inés Arrimadas al grito de "fuera fascistas", "puta, vete a tu casa" y -subiendo de escala en lo que ellos entienden como insulto- "andaluza". Y no pasa nada. Porque acosar e insultar a políticos democráticos enaltece la libertad y quemar un muñeco es un delito de odio.

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