El corcho sigue siendo uno de los principales productos de nuestra comarca. El 70% de la producción se usa para tapón de botellas de vino y champán. La producción de vino ha crecido notablemente en muchos países. Sin embargo, el corcho sólo se produce en siete países del mediterráneo: Portugal y España, con el 50% de la producción, Francia, Italia, Marruecos, Túnez y Argelia. Esto hace que el corcho suela tener un buen precio. Pero esta importante actividad económica no sería posible sin el papel que realiza el corchero.

El del corchero es un trabajo duro y que curiosamente no ha cambiado en su forma de realizarse en 200 años. Sigue siendo manual, usando el hacha, los recogedores siguen cargando sobre sus hombros y se mantiene los mulos para llevar las panas de corcho al patio donde se encuentra la cabria para pesar el corcho. Esto último sí se ha modernizado y ya se usa de modo más frecuente el peso digital que la romana.

Es un trabajo meritorio. El grosor de la corteza de corcho que cubre el árbol es recomendable que tenga al menos 25 mm para ser cortado. Este grosor va disminuyendo desde la base hacia las ramas. El corchero debe calcular a qué altura debe realizar la saca para no cortar demasiado fino (menos de 25 mm) ni demasiado alto (lo cual provocaría estrés al árbol). Además, el golpe debe ser certero, de modo que solo corte el grueso del corcho sin llegar a dañar la madera que hay debajo de éste. Esto no es nada fácil. No sólo hablamos de la fuerza del hacha, sino de contar con las rugosidades de la corteza, la altura que obliga al corchero a realizar equilibrios, o las horas de esfuerzo que le hacen perder finura, etc.

Por todo esto, para ser corchero, una persona necesita varios años de trabajo con la cuadrilla haciendo distintas tareas hasta que por fin va probando poco a poco con el hacha. A esos comienzos se les denomina la época de novicio. Al ser un trabajo manual y duro, no es fácil encontrar jóvenes hoy día dispuestos a aprender el oficio. Aun así, todavía se sigue disponiendo de cuadrillas suficientes para todos los descorches que es necesario realizar cada verano en el parque natural de Los Alcornocales.

Hasta no hace mucho, estos trabajadores se quedaban a vivir en el campo durante la época de descorche, que coincide con el verano: del 1 de junio al 30 de agosto. Iban a su casa cada 15 días. Todos sabemos que el periodo estival es el más duro en el campo andaluz, sobre todo por las altas temperaturas y la máxima actividad de insectos con las molestias correspondientes. A esto hay que sumar un esfuerzo físico importante. Actualmente, gracias a los vehículos todoterreno y al mejor estado de los carriles, esta actividad se desarrolla desde la madrugada hasta el mediodía, disponiendo las tardes para descansar en casa. El rendimiento no disminuye y, de esta forma, se consigue una importante mejora en la calidad de vida familiar y social de estos trabajadores.

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