Un estudio elaborado por investigadores de la Universidad Rey Juan Carlos e impulsado por el Instituto Internacional de Estudios sobre la Familia -de la asociación The Family Watch- refleja que nueve de cada diez menores se informan sobre sexo, en Internet. La encuesta, analiza la actitud educativa de los docentes y las familias, ante la producción y el consumo de pornografía por parte de los menores, en la Comunidad de Madrid. A uno, ya le queda lejos el tiempo en que debíamos informar a nuestros hijos sobre la sexualidad. Pese a que la sociedad era socialmente más cerrada que la actual, siempre daba un poco de vergüenza hablar de estos temas, por una especie de falso pudor que procedía de los mitos inculcados en nuestra infancia que iban desde los Reyes Magos al Ratoncito Pérez, pasando por la cigüeña que venía de Paris. Con todo, pasábamos el trago con la ayuda de algún libro especializado, los profesores y toneladas de sentido del humor. No sé si acertamos, habría que preguntarles a ellos, pero al menos, lo intentamos.

No debería extrañarnos del recurso al porno de nuestros adolescentes, porque nuestro país está situado en el puesto 12, entre los 20 países que más pornografía consumen y todo está en la red, al alcance de cualquiera. Según el psicólogo experto en sexualidad Alejandro Villena, "cada vez son más los adolescentes que tienen disfunciones sexuales porque creen que la pornografía es la vida real y cuando van a entablar un encuentro con alguien real, fallan, fracasan, no tienen en cuenta al ser humano que hay detrás". En el estudio citado, el 68,82% de los encuestados, consideran que la presencia de contenidos sexuales explícitos en internet, podrían favorecer conductas como las agresiones sexuales o las violaciones. Se imita lo que se ve, y si se imita en grupo, aparece la manada. Posada la polvareda mediática que concitó el vergonzoso caso de Pamplona, es tiempo de buscar las causas que provocan este tipo de comportamientos y ponerles remedio porque los casos van a más. Creo sinceramente que si en los centros educativos se dan a conocer una serie de puntos que garanticen la protección del menor y la prevención de consecuencias negativas y si los padres se preocupan de la comunicación con sus hijos para detectar los problemas y poder evitarlos, mucho tendremos ganado. El coito tiene que ser consentido y con sentido común y el porno es, simplemente, el fast food del sexo.

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