Colocación de la señora Díaz

Se suele decir que el PSOE nunca deja tirados a los suyos y los cuida, a diferencia de otros partidos

La salida de Susana Díaz del Parlamento de Andalucía estaba cantada por las esquinas de Triana. Ha salido con un cargo de senadora y con la presidencia de la Comisión de Industria del Senado. Se suele decir que el PSOE nunca deja tirados a los suyos y los cuida, a diferencia de otros partidos. Puede ser por dos motivos: porque siempre tienen más cargos para repartir y porque no quieren dejar a víctimas quejándose. A veces se ha hablado de patadas arriba, como cuando nombraron a Manuel Chaves vicepresidente del Gobierno para que dejara la presidencia de la Junta. Otra patada hacia arriba se la dieron a María Jesús Montero, a la que nombraron ministra de Hacienda y después portavoz del Gobierno, aunque ya no es portavoz, ni tampoco la candidata a presidir la Junta, como intentó Pedro Sánchez, hasta que la conoció mejor. Después designó a Juan Espadas como su hombre de confianza.

A Susana Díaz la han enviado a Madrid, como a casi todos y casi todas las que reciben la patada hacia arriba. En su caso, es una patada más bien hacia abajo, va por la zona de las espinillas políticas, aunque sin hacer sangre. Ya quisieran otros y otras militantes socialistas recibir un carguito de senadora y una presidencia de la Comisión de Industria. No es lo mismo que cuando Susana era concejala de Sevilla. Tampoco es lo mismo ser concejal de Sevilla que vicepresidente del Congreso de los Diputados, como Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, al que hemos visto poniendo orden con un diputado de Vox que hablaba de brujas.

Es un misterio por qué hacen ministros o ministras a ciertos militantes fieles, y a otros no, o por qué a los infieles les dan alguna prebenda que por sus molestias internas no merecerían. Las malas lenguas dicen que es para callarlos. Yo más bien creo que es para enviar un mensaje a los navegantes. En este caso a los pocos susanistas irreductibles que aún quedan. Cuidado, porque calladitos estarán mejor y cobrarán más.

El susanismo ha muerto, políticamente hablando. Ahora, en el PSOE de Andalucía, viene el tiempo de los juanistas. En otros tiempos el juanista andaluz, por definición, era José María Pemán. Su Don Juan era otro, un Borbón. Este Don Juan de ahora todavía no es parlamentario andaluz, y sigue aún de alcalde de Sevilla. Cuando Susana se va queda un vacío parlamentario andaluz que no se puede llenar. Hasta que convoquen elecciones autonómicas, y ya veremos qué pasa. Juanma Moreno no tiene prisas y Juan Espadas tampoco. Por si acaso.

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