Colegueando con la ministra

Nuestra promoción acaba de entrar en ese estadio donde percibimos mejor el envejecimiento poblacional

RESULTA que estudié en el mismo curso que la nueva ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, aunque seguramente ella estudió más. Las aulas de Derecho en la Universidad de Navarra eran populosas como una calle de Calcuta y yo en tercero me fui un curso a Inglaterra. No la conocí, qué pena. Sin embargo, despierta mi interés saber que hemos compartido, si no ideología, sí clases, pasillos, quizá fiestas, seguro cafés en el Faustino, lluvias pertinaces, nevadas góticas, sorprendentes primaveras, exámenes, remolinos nerviosos alrededor del tablón donde se ponían las notas, alegrías y chascos.

Despertó mi admiración leerle que «el talón de Aquiles de España es que envejecemos a pasos agigantados». Reconocer el problema es el primer paso (hablando de talones) para resolverlo. Como ha sido un problema extrañamente silenciado, la flamante ministra se lleva mi primer aplauso al gobierno. Aunque el asunto es muy serio, no pude evitar además una sonrisilla por lo bajo, porque si algo caracteriza a nuestra promoción es que estamos, justamente, en ese estadio en que empezamos a darnos cuenta de lo rápidamente que envejecemos. Veo en la frase un regusto generacional, como un guiño cómplice desde el aula de antaño.

También decía (en una entrevista en El Mundo antes de ser ministra) que «a España le falta madurez política para alcanzar consensos nacionales». ¡Que se lo digan a su presidente! ¡Y qué obsesión de echar la culpa al país de lo que nosotros no hacemos! No le faltaría nada si no le faltásemos tanto a España.

Lo último que leí me dejó descolocado. Según la ministra de Asuntos Exteriores (haciendo amigos por el ancho mundo), en Estados Unidos, «con Donald Trump nunca el 1% vivió mejor a costa del 99%». Entonces los de Derecho éramos muy de letras –otro guiño a través del tiempo–, pero ¿tanto? ¿tanto por ciento, digo?, ¿un 99%? En buena lógica, las próximas elecciones presidenciales van a ser una hecatombe para Trump. El del partido Demócrata, sea quien sea, va a rozar una unanimidad búlgara.

González Laya puede decantarse por los diagnósticos acertados o por la generalidad política contra España o por las estadísticas a bulto. O dar algunos bandazos. Ya se lo iremos viendo. Confieso que, diga lo que diga, siempre tendrá un inalterable rinconcito en mi corazón a su favor. Se lo debo a esa juventud nuestra que se aleja, ay, a pasos agigantados, pero no tanto.

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