Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

¡A por el Código Penal!

Hay miles de 'jueces' severos y seguros de la lejanía física y hasta del anonimato en cada noticia sensible

Hace ahora ocho años, Nicholas G. Carr ilustró una clave gordiana del comportamiento humano contemporáneo, o sea, un ser humano infinito y en red que ha multiplicado su capacidad de relacionarse sin verse y ni siquiera conocerse. Cada uno con un altavoz de mayor o menor potencia. Carr se basaba en estudios neurológicos que afirman que la evolución de la forma de informarse y conocer tiene mucho que ver con Windows, es decir con acercarse a la realidad con múltiples ventanas abiertas, con una adquisición de elementos de juicios tan amplia como por fuerza superficial y hasta trivial. También con píldoras de información sobre cualquier cosa a tiro de clic, o sea, de Google. El pensamiento lineal concentrado y sin la tentación continua del despiste, ya caduco, exigía una mínima profundidad al abordar los temas o la propia realidad, y daba paso a la superficialidad y el daño en la capacidad de concentración y la contemplación. El cerebro -órgano plástico donde los haya- no iba ser menos, y se detectan ya indicios de reorganización en las sinapsis neuronales. Era ingenuo pensar que si la forma cerebral cambiaba no fuera a cambiar también cualquier superestructura humana: las relaciones personales; por supuesto la forma de comunicarse, pero también las instituciones políticas: elecciones, mensajes de cosecha de votos. La propia consideración de la Justicia.

Hay miles de jueces severos y seguros de la lejanía física y hasta del anonimato en cada noticia sensible. Se crean estados de opinión urgentes y de extrema condición epidérmica: irreflexiva, rápida, como decía Carr. Y trascienden a los votos, como decimos, y a las sentencias judiciales. La libertad condicionada bajo fianza de los cinco condenados por abuso de una joven en los sanfermines de hace para tres años es incomprensible para muchos miembros de redes sociales e internautas en general. Para mí también, como me es desconocida la regulación en materia de permisos penitenciarios. De ahí a las manifestaciones, un paso. Por este asunto; no por otros quizá más repulsivos si cabe, como la violación de niños pequeños, que las hay y a diario. La transferencia de este estado de cosas poliédrico al máximo, y enardecido, no iba a ser desaprovechado por los legisladores . Pocas horas después, una ministra ya hablaba de la necesidad de reformar la legislación penal. La repercusión de estos hechos y su debido cocimiento estratégico en las sedes de los partidos tiene un efecto total en las intenciones de voto. Total, y quién sabe si totalitario. De un nuevo totalitarismo superficial.

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