La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Clarísimamente:no fue rebelión

Como la absolución judicial no va a ser posible, Pedro Sánchez apuesta por la absolución política: el indulto

Ya que no puede dar consignas a la fiscal general del Estado, Pedro Sánchez ha ordenado a la Abogacía del Estado que rompa la línea argumental del juez instructor Llarena y del Tribunal Supremo, y rebaje la gravedad de los delitos presuntamente cometidos por los líderes del procés secesionista de Cataluña. De rebelión a sedición, de violencia a tumulto, la mitad aproximada de años de cárcel, el doble de justificación para el indulto.

En mayo pasado, comentando las sentencias europeas sobre le extradición del prófugo Puigdemont, Sánchez decía: "Creo que clarísimamente ha habido un delito de rebelión". Pero a este hombre las convicciones más profundas le duran un rato. El tiempo justo para ajustarlas a su conveniencia del momento. ¿Qué ha variado de mayo a noviembre? Pues que ahora Pedro Sánchez es -por legítima carambola- presidente del Gobierno y que para seguir siéndolo necesita contentar a aquellos rebeldes (o sediciosos) que en ningún caso admiten serlo.

Lo malo es que el mismo relativismo moral e idéntica versatilidad política se va a aplicar, seguro, a la "solución" definitiva al problema de los independentistas presos. ¿Alguien lo duda? En plena campaña de las elecciones catalanas convocadas bajo el artículo 155, el pizpireto Miquel Iceta proponía el indulto para Junqueras, los Jordis y demás conjurados, provocando malestar y rechazo en la dirección federal del PSOE. Ahora la delegada del Gobierno en Cataluña lo reclama abiertamente, la vicepresidenta Calvo -¡qué papelón resucitar a Franco cuando la sociedad española ya lo ha olvidado!- añade la guinda de que todos ellos ya deberían estar en libertad provisional y el propio Sánchez, interpelado dos veces por Rivera, se niega a descartar el indulto.

Y cómo habría de descartarlo si es exactamente lo que tiene planeado: reducir, hoy, la calificación penal de los delitos cometidos por los separatistas para hacernos tragar, mañana, que sean puestos en libertad. Ya que la absolución judicial no va a ser posible, se apuesta por la absolución política por la vía del indulto. El indulto de los presos -¿qué pasa con los exiliados?- permitiría, a cambio, la aprobación de los Presupuestos del Estado, la desactivación del independentismo unilateral y lunático de Puigdemont-Torra y la formación, tras otras elecciones, de un Gobierno catalán de ERC-PSC y Podemos.

¡Y a mí que todo esto me suena al cuento de la lechera! A Sánchez se le caerá el cántaro. Es tan soñador como ambicioso.

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