Chiquito

Quien ha hecho feliz a la gente, ha hecho el bien. Así que póngase bien, maestro. Hay mucha gente que le quiere

Llegan malas noticias sobre la salud de Chiquito de la Calzada. Hay una gran novela en estos últimos tiempos de Chiquito, ya muy mayor, viudo, cansado, solitario, enfermo. De repente llegan y se van los recuerdos, y ahora está en un tablao de Japón, o cambiando de metro en una estación que se llama Otemachi, o más bien "Notemarches, por la gloria de mi madre", pero luego vuelve de un salto al hambre de la postguerra y a los geranios en la ventana, hasta que de pronto está cantando con los Capullitos Malagueños en el Circo Price. No, no, aquello fue antes, mucho antes. ¿O fue en aquella juerga flamenca con la princesa de La guerra de las galaxias? No, no, fue aquel otro día cuando encontramos la nueva fórmula para la campaña de Obama: "Yes, we Jarl!". ¿Y quién era aquel americano pequeñito que bailaba en la fiesta y que alguien, quién sería, decía que tocaba la guitarra con Simon & Garfunkel? ¿Dónde fue eso? ¿En la tele? ¿En un Megamix? ¿O fue cuando le daba la réplica en la radio al señor Casamajor? ¿Casamajor? ¿No sería Puigdemont? ¿Puigdemont o Casamajor? Uff.

Quizá pueda parecer frívolo hablar de Chiquito con la que está cayendo, pero a mí me parece mucho más frívolo olvidarse de Chiquito y centrarse en gente que no se merece ni un segundo de atención, empezando por los héroes del procés -algún día se aclarará que todo es una réplica del Showde Truman, con el productor Roures como planificador y dueño de los derechos de emisión- y terminando por esos defraudadores fiscales que guardan su dinero en las islas Caymán (y no olvidemos a los que "indiciariamente" cobraron sobresueldos ilegales).

En nuestra época tendemos a centrar la atención en la gente que ha hecho el mal, porque le atribuimos unas cualidades que en realidad no tiene, y en cambio nos olvidamos de la que ha hecho el bien, porque esa gente nos parece insustancial e insulsa y poco atractiva. Pero eso es un error. La gente que ha hecho el bien es la única que merece la pena conocer. Y cuando alguien ha hecho feliz a la gente -de todas las clases y de todas las ideologías y de todas las formas de pensar- es que esa persona ha hecho el bien. Y esa persona, sí, ha sido Chiquito de la Calzada. Todos nos hemos reído con él y todos hemos aprendido a olvidarnos de las humillaciones de la vida. Así que póngase bien, maestro. Hay mucha gente en este país que le quiere a usted.

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