Chiítas en Cataluña

Torra pide a los catalanes polarizar más y aceptar altos niveles de sacrificio; quiere sangre y mártires

El PNV y Bildu acarician un nuevo régimen vasco que incluya el derecho a decidir y Torra pide a los catalanes altos niveles de sacrificio. Dos daños colaterales del procés, la tentación aventurera al soberanismo vasco y la insurrección de una parte de la juventud catalana, se suman al auge de un partido español de extrema derecha, estimulado por la herida sentimental que el independentismo ha causado en muchos españoles. Aunque de momento el PNV está demostrando veteranía. En ese movimiento político hay de todo, autonomistas, soberanistas pactistas y soberanistas independentistas.

Mi colega Enric Juliana lo define como el único partido político que queda en España: "siempre en su sitio, con racionalidad, profesionalidad y buen sentido de la oportunidad; el último partido analógico, de la era fabril y manufacturera". El único, añado de mi cosecha, que no está dirigido por un joven de escaso currículo académico o profesional anterior. Y su portavoz Aitor Esteban es el mejor orador del Congreso.

Aprovechó la ola de terror que imponía ETA en los 70 para conseguir el reconocimiento de los derechos históricos de los territorios forales en la Constitución. Y pactó en el 79 con un gobierno frágil de UCD un cupo muy por debajo de la realidad que ha supuesto una sobrefinanciación de Euskadi, con una balanza fiscal positiva. En esta coyuntura será decisivo, con sólo seis diputados, en la composición de una mayoría para la investidura de Pedro Sánchez. Si se consigue, también en esta ocasión pedirá contrapartidas, como las que ya ha arrancado antes a UCD, PSOE y PP.

El PSOE forzó nuevas elecciones, emulando al PP en 2016, para llegar a 150 diputados y gobernar en solitario. Calculó mal, polarizó su oferta contra Vox e indirectamente espoleó el voto a la extrema derecha y ahora depende más que en primavera de los soberanistas, que andan crecidos. Es posible que llegue a un acuerdo para la abstención de Esquerra. Pero Qim Torra, un fundamentalista competidor directo de ERC en la pugna por liderar el independentismo, presionará para impedir cualquier acuerdo con el PSOE que no esté orientado a la autodeterminación. El president ha utilizado a un sociólogo americano semidesconocido para pedir a los catalanes polarizar más, escalar más y aceptar altos niveles de sacrificio. Y el sociólogo en cuestión pone como ejemplo la sangre de los mártires como semilla de la Iglesia. Torra quiere sangre. Lo que nos faltaban eran chiitas en Cataluña.

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