Quousque tamdem

Luis Chacón

luisgchaconmartin@gmail.com

Cerrar la caja de Pandora

Mal camino llevamos si vemos enemigos en los adversarios y hacemos de la confrontación de ideas campo de batalla

Podemos nació a la política de la indignación del 15-M. Comprensible enfado que no supo, en aquel momento, de ideologías ni latitudes. Quiso capitalizarla con un programa de izquierdas y al politizarla, evidentemente, dejó fuera de su base a importantes capas de población que no estaban por aspirar a un gobierno radicalmente izquierdista. Pero cuando defendió que el escrache a los políticos era -y son palabras de su líder- jarabe democrático, rompió una de esas delgadas líneas rojas que son sagradas en cualquier democracia. Ya dijo Séneca que el primer arte que deben aprender los que aspiran al poder es el de ser capaces de soportar el odio. Pero traspasar la línea de la protesta y entrar en el terreno de la coacción y la amenaza fue, no ya un error, sino una irresponsabilidad. Intencionada, para buscar réditos políticos y quizá calculada, pero muy peligrosa.

En estos días, la ministra de Trabajo y el etéreo señor Monedero -nunca se sabe si factótum, inspirador o leyenda viva de Podemos- han sido objeto de acciones reprobables, consecuencia de aquella justificación de la violencia como arma política. Un planteamiento siempre suscrito por quienes anhelan que la libertad sea sólo patrimonio de los suyos. Mal camino llevamos si vemos enemigos en los adversarios y hacemos de la confrontación de ideas campo de batalla. Hacer distingos entre unos y otros escraches, como han defendido los líderes de Podemos no son más que arabescos vanos y circunloquios ininteligibles. La violencia debe desterrarse del debate político y carecen de legitimidad para ello quienes hicieron bandera de la misma para acceder al poder que hoy ostentan y demuestran no saber ejercer.

Cuenta la leyenda que Zeus, deseoso de vengarse de Prometeo por haber robado el fuego y entregárselo a los hombres, hizo que el hermano de este, Epimeteo, se casase con Pandora, una mortal a la que entregó como regalo de bodas dos vasijas que contenían todo lo bueno y malo del mundo. Advirtió a Pandora que nunca abriera la segunda. Pero la curiosidad le hizo desobedecer al padre de los dioses. La destapó y todos los males inundaron el mundo. Cuando quiso cerrarla, sólo quedaba, acurrucado en su fondo, Elpis, el espíritu de la esperanza. Quizá seamos capaces de retornar a una política sin trazo grueso ni insultos y coacciones. Aunque es difícil sofocar las llamas si el camión de los bomberos va lleno de pirómanos.

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