Un día en la vida

Manuel Barea

mbarea@diariodesevilla.es

Caulfield en Abjasia

En 2018, un joven de 14 años buscando un lugar tranquilo en el que leer su novela favorita es sospechoso, muy sospechoso

No hay mayor elogio para un libro que el de reconocerle su poder de abducción, su capacidad para sacarnos por completo de lo que nos rodea, sobre todo cuando es engorroso y desabrido -y esto, con el paso de los años, nos parece cada vez más frecuente-, y llevarnos con sus páginas a otro lugar.

Cierto: puede ser un secuestro. Pero va a ser con síndrome de Estocolmo.

Algo así le ocurrió esta semana a un joven de 14 años en Abjasia. Este sí que es un rebelde: a su edad buscaba un refugio en el que leer, lejos del ruido, solo. Con su libro. Echó a andar, llegó al río Psou, encontró un vado y lo cruzó a pie. Pero ocurre que el Psou marca la frontera entre Abjasia y Rusia, y ocurre que Abjasia es una región separatista de Georgia, uno de esos puntos calientes en los que cualquier incidente fronterizo, por tonto que parezca, puede tener un desenlace trágico.

Pero el chaval sólo quería leer sin nadie ni nada que lo molestase. Buscaba un lugar silencioso. Jamás pensó que estuviera transgrediendo normas adultas. ¿Y qué si lo estaba haciendo? Él sólo quería leer uno de "esos libros que cuando acabas de leerlos piensas que ojalá el autor fuera amigo tuyo y pudieras llamarle por teléfono cuando quisieras".

Y el libro que él llevaba era uno de esos.

Siguió adelante. Pronto daría con el sitio ideal.

Entonces fue descubierto por una patrulla de guardias fronterizos rusos. Lo detuvieron. A los guardias fronterizos se les presupone la suspicacia, pero por lo que muchos suelen regirse se llama paranoia.

¿Y si el joven era un espía? Sí, un espía de 14 años.

¿A dónde iba el chaval abjaso?

El comunicado del Servicio Federal de Seguridad de Rusia que informó del incidente empezaba con "Un día de verano..." Ahí hay un escritor constreñido bajo el uniforme de burócrata que redactó en su informe que el joven "no opuso resistencia" a los policías. Las agencias de noticias difundieron que el adolescente no tenía planes para violar la frontera durante su "escapada literaria". Tan sólo quería "disfrutar en la naturaleza de la lectura de su novela favorita". Esto, sin duda, en 2018, en un joven de 14 años, es sospechoso, muy sospechoso.

Un soldado cogió el libro y se lo pasó al oficial que estaba al mando, que le echó un vistazo y leyó en la portada: El guardián entre el centeno. J. D. Salinger.

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