Al sur del sur

Javier Chaparro

jchaparro@grupojoly.com

Casta de cartón piedra

"Ninguno conoce qué importa de verdad a los españoles y están lejos de dar respuesta a los problemas del país"

El informático explicaba con paciencia las ventajas de los ordenadores recién instalados y que venían a sustituir a aquellos otros de pantalla verde y letra menuda que en pocos años se habían comido la vista de media plantilla. "¿Esos aparatos tienen ratón?", preguntó alguien con aparente interés. "Ahora voy con eso", respondió el buen hombre sin querer perder el hilo, afanado en descubrir a los futuros usuarios ese novedoso sistema operativo basado en ventanitas con carpetas que prometía agilizar el trabajo. Al cabo de unos minutos, la misma voz impertinente insistió: "¿Pero tienen ratón?". El técnico suspiró, tomó aire y solo cuando ya hubo terminado su exposición, contestó: "Sí, los ordenadores tienen ratón". El martillo pilón volvió entonces a la carga con otra absurda pregunta: "¿Y para qué sirve el ratón?".

Al igual que sucedía con ese insaciable e irritante preguntón, uno tiene la impresión de que algunos de los llamados a pilotar la cosa pública demuestran que su prioridad es hacerse ver a toda costa, una condición aderezada con un insultante desconocimiento de sus obligaciones. Lo que se dice gestión, más bien poco, porque todo a su alrededor es ruido y escaparate de cartón piedra. El coronavirus y las cuestionables decisiones tomadas para combatir la pandemia en España (después de seis meses, dónde están los rastreadores, dónde los refuerzos sanitarios y dónde los test de detección para la población) hace que nos encontremos ante una de las peores crisis sanitarias y económicas de toda nuestra historia. Y sin embargo, ni por esas parece que se enteren de cuáles son las prioridades.

La pajarraca montada por el vicepresidente segundo y ministros de Unidas Podemos contra Felipe VI (a cuenta del supuesto pesar que el monarca habría expresado en privado por ser vetada su asistencia al acto de jura de los nuevos jueces en Barcelona) demuestra que ninguno de ellos conoce qué es lo que de verdad importa a los españoles y qué lejos se hallan de dar respuesta a los problemas del país. A falta de argumentos, avivan el fuego y echan mano de chascarrillos para acusar al rey de faltar a "la neutralidad política" y de querer desestabilizar su coalición con el PSOE. Mientras, en paralelo, urden un pacto con los condenados independentistas para tumbar la Constitución y dar paso a un engendro que llaman república plurinacional.

Tantos años pretendiendo ser la alternativa de la izquierda, tanto tiempo queriendo tocar el cielo para, ahora, no saber apenas qué hacer desde el Consejo de Ministros, salvo ser vestidos de gala para la portada del Vanity Fair -qué oportuno el nombre, cuánta casta tras él- y dejar en la cuneta el anhelo de las millones de personas que les votaron.

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