La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

De Caruso a MTV

Gracias a la industria musical nunca el talento tuvo tantas oportunidades para superar segregaciones

Terminó el alegre follón MTV. Es lógico que su presencia mueva miles de espectadores y millones de telespectadores y usuarios de redes: surfea en la cresta de la gigantesca ola de la música popular de consumo masivo. Es lógico que los jóvenes y no tan jóvenes festejen la posibilidad de asistir en Sevilla a conciertos de grupos y cantantes tan famosos, que las autoridades se feliciten porque un acontecimiento con proyección global se celebre en Sevilla y que los hosteleros estén felices con el alto nivel de ocupación que les ha procurado este evento.

Estas músicas -que abarcan todos los grados que van de lo genial a lo vulgar y de lo creativo a lo prefabricado- tienen la virtud de gustar a millones de personas prolongando un fenómeno que poco tiene de novedad: se remonta al éxito de las primeras grabaciones de pizarra de arias de Caruso -suyo fue el primer disco que vendió un millón de copias allá por 1902- o de marchas de John Philip Sousa, los primeros superventas del siglo XX. Después vinieron la radio, el cine sonoro, los discos de vinilo… Y a lo largo de más de un siglo la canción popular moderna y el jazz se convirtieron en el fenómeno musical más creativo y vital del siglo XX. Alentado o presionado por el interés comercial de las grandes discográficas, por supuesto, y por ello oscilando entre los extremos de lo vulgar y lo genial. Pero con una asombrosa capacidad creativa.

Hace poco se estrenó el Amazing Grace sobre Aretha Franklin y en Netflix circula el espléndido documental Chasing Trane sobre John Coltrane. Aretha nació en la modesta casa de un predicador en el segregacionista Sur de los años 40, fue madre adolescente, cantaba en una iglesia baptista cuando fue descubierta y grabó su primer disco con 14 años. Coltrane era hijo de una criada negra y se buscó la vida como pudo hasta que en 1949 entró en la banda de Gillespie. Una de sus hijas cuenta en el documental que volvió andando de un concierto celebrado en otra ciudad para comprarle unos zapatos con el dinero del autobús.

Hay también una forma de justicia en esto. Músicas nacidas en las plantaciones esclavistas, los prostíbulos de Nueva Orleans, las aceras de París o una caverna de Liverpool fueron el origen de las más creativas aventuras musicales del siglo XX. Gracias a la industria musical nunca el talento tuvo tantas oportunidades para superar las más difíciles circunstancias.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios