Carteles, el de San Roque

Qué pena que iniciativas como esa terminen en el dique seco donde el desinterés por la cultura sienta plaza

E L magnífico cartel de la Feria Real de San Roque (del 7 al 12 agosto), me ha zarandeado el intelecto activando la memoria. Esto de llevar observando los pormenores de la comarca a lo largo de más de medio siglo, da para mucho; sucesos e iniciativas te hacen recuperar vivencias y valorar sus efectos. Qué gran cosa fue la puesta en sociedad de las Jornadas Taurinas de Algeciras, que inventó Crescencio Torés con la colaboración necesaria de Carlos Vergara, hace treinta y tantos años. La alcaldía ha tenido el acierto de mantenerlas a través de pareceres encontrados. Andando en el particular, López Canales ha puesto sabiduría y arte al servicio de esos aspectos de la tauromaquia, corridas, tientas y jornadas, que son la sustancia del quehacer. Su alma bipolar que aletea belleza entre San Roque y Algeciras, ha recreado escenas taurinas de ambientes diversos.

La cartelería en la comarca es muy desigual, sin embargo tenemos a gente así como Antonio para situarnos en primera fila del género. Tuvimos a Ramón Puyol y tenemos otros grandes que si bien no necesariamente ejercen de tales, se han dedicado puntualmente a la tarea. Yo diría que López Canales es el cartelista por excelencia del Campo de Gibraltar, si acaso permitiéndonos la licencia de no pensar, por el momento y sin que sirva de precedente, en nuestro inolvidable Helmut Siesser. La Línea ha tirado mucho del gran Cruz Herrera, al que también puede reclamar San Roque como propio, y Algeciras lo ha hecho con Puyol. Ahora San Roque lo hace con López Canales, reproduciendo el cartel de 1968. No puedo, por falta de sitio, relatar tanto como me sugiere este bellísimo modo de anunciar la feria de este año.

Es cierto que en nuestra cartelería no falta mediocridad, inadecuación e improvisación. Pero no hay mal que por bien no venga. En Algeciras, en el año 2001, hubo un concurso y la calidad de los carteles fue tan baja que a los responsables -tal vez al alcalde Patricio González o al gerente Antonio Berrocal o, más bien, a los dos- se les ocurrió encargarle el trabajo a Guillermo Pérez Villalta, cuya dimensión artística rebasa toda clase de fronteras. El cartel del tarifeño lo integró para siempre en Algeciras e inauguró un proceder que convirtió en cartelistas de la Feria de Algeciras a algunos de nuestros más importantes creadores. Qué pena que iniciativas como esa terminen en el dique seco donde el desinterés por la cultura sienta plaza.

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