En este lento y cansino transcurrir de los días, encerrados en casa, estamos asistiendo a otra epidemia, pero de bondad y solidaridad ciudadana. Todos conocemos la impagable labor de los que están luchando en todos los frentes de esta pandemia, para que nuestro país siga manteniendo el pulso de su actividad. Nadie duda en calificar como héroes a los médicos y demás personal sanitario que están salvando vidas al alto precio de su integridad física y llegando a la muerte en más de veinte casos. Muchos se arriesgan al contagio, yendo simplemente a trabajar para que los demás podamos seguir el confinamiento de una forma, mínimamente confortable. Mención aparte, merecen los voluntarios, como los de Cáritas o los del Banco de Alimentos que sin importarles el riesgo, acompañan en esta tribulación, a los más desfavorecidos. Cada día, los medios de comunicación junto a la puñalada del número de fallecidos, nos informan de un sinfín de iniciativas imaginativas que los vecinos ponen en práctica para ayudar a los demás. Son emocionantes las salidas de la UCI de enfermos curados entre los aplausos de sus cuidadores, la gente vitoreando en los balcones a las fuerzas de seguridad y una cosa que especialmente me enorgullece: los chavales jóvenes llevando los mandados a los mayores y preocupándose por ellos. Que España es uno de los países del mundo más solidarios, se sabía por el número de donantes de órganos para transplantes, por ejemplo.

Pero, ¡ay!, el miedo y el encierro, han estimulado la aparición múltiple de los canallas de patinillo. A una médico y a una cajera de supermercado, les echaron un anónimo por debajo de la puerta, conminándolas a que se marcharan del edificio, para no contagiar. A otro le pintaron el coche. Maravillosos ejemplos de solidaridad vecinal. Menos mal que la gente ha reaccionado con celeridad, haciéndole llegar a las afectadas su simpatía, pero la desconfianza ha quedado sembrada en la comunidad. Otros en medio de la que está cayendo, se dedican a insultar al Jefe del Estado, al que deben lealtad al haber jurado la Constitución y a pedir nada menos que una república. Me recuerdan a una viñeta de Hermano Lobo, después del 23-F, en que se veía al típico militante con la boina y una pancarta que decía: "Libertad para los homosexuales". Alguien le increpaba, a qué venía ahora, sacar ese tema y el tipo contestaba: "Como que está el patio, para hablar de otra cosa". Se ve que como el patio está ahora para meter el cuello y ayudar con medidas eficaces, prefieren seguir siendo parte del problema, en vez de parte de la solución. No nos traigas la república, preferimos mascarillas y test.

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