Canal Sur, somos más

Los sindicatos que han convocado la huelga no nos representan a muchos de los trabajadores de la RTVA

Lejos de empezar a relatar los detalles técnicos que me desviarían a pormenorizar las reivindicaciones que los sindicatos de Canal Sur reclaman a la actual dirección del Ente, me voy a centrar en el sentimiento que me invade por esta situación como trabajadora de la RTVA. No me erigiré en portavoz de nadie, aunque, en esta creencia mía, somos muchos más. Escribo desde esta posición de redactora de una televisión pública que, como dicen, "es la nuestra". La nuestra quiere decir, siempre lo he querido interpretar así, que es la de los ciudadanos andaluces con diversidad de ideologías y gustos culturales a quienes hay que atender por igual al objeto de fomentar su propio pensamiento crítico. No es una cadena pública propiedad de ninguno de sus empleados, ni a nivel empresarial ni para el adoctrinamiento ideológico. Canal Sur no es mía, yo estoy en Canal Sur para servir a los espectadores. Canal Sur, para sus trabajadores, debe ser una empresa donde encuentran un puesto de trabajo al que acceden por méritos y preparación cualificada desde el cual han de servir con profesionalidad y mayor independencia periodística. Los sindicatos que han convocado paros estos días y una huelga para el próximo jueves 27 de febrero no nos representan a todos los trabajadores. Más aún, son muchos los compañeros que no quieren parar de trabajar y se ven obligados a ello porque en los puestos estratégicos llega un sindicado que impide el desarrollo de sus funciones y, con ello, las emisiones. Los sindicatos exigen cambios inmediatos, heredados desde hace 38 años, a quien lleva al mando de la cadena pública tan sólo seis meses. Motivo que hace sospechar que es una huelga política. La nueva dirección se ha encontrado a su llegada una cadena, prácticamente, sin audiencia. Los directivos, simpatizantes siempre del Partido Socialista, han querido que se empobreciera en todos los sentidos: a nivel tecnológico, estructural, humano, de programación, sin una parrilla televisiva competitiva, con una plantilla que durante más de veinte años lleva en la casa bajo las mismas directrices, con las mismas costumbres, vicios y tan infravalorada como sobrevalorada, en ambos casos. Los jóvenes espectadores no buscan en sus televisores Canal Sur. Tampoco el público de mediana edad. Alcanzar el éxito parecería inalcanzable, pero es posible. Eso sí, con tiempo, savia nueva e inversión económica y humana. Y, ante todo, con la unión de los compañeros hacia un único motivo: servir a los andaluces.

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