Desde el epicentro madrileño

Jorge Bezares

Campo de batalla principal

Las comunidades de Andalucía, Cataluña y el País Vasco serán los grandes campos de batalla donde se dirimirá el calibre del triunfo del PP.

EN las elecciones generales de 2008, la victoria del PSOE se fraguó principalmente en tres comunidades autónomas: Andalucía, Cataluña y el País Vasco. En ellas, los socialistas consiguieron una diferencia tan aplastante sobre los populares que, a la postre, resultó decisiva para que José Luis Rodríguez Zapatero volviera a derrotar a Mariano Rajoy.

Sin embargo, en los próximos comicios del 20-N, en estos mismos territorios, convertidos definitivamente  en campo de batalla principal de nuevo, no se dirimirá otra cosa que el calibre del triunfo del PP. De entrada, en este arranque de campaña, la encuesta del CIS de ayer apuntó que, salvo sorpresa mayúscula, el PP tiene garantizada la mayoría absoluta y puede alcanzar incluso unos resultados históricos comparables a los que logró en 1982 Felipe González.

Por el contrario, el PSOE se mueve entre los dígitos que cosechó Joaquín Almunia en los comicios de 2000 y los que acreditó el socialismo democrático español en las primeras elecciones democráticas tras la muerte del  dictador Francisco Franco.

Siempre según el sondeo del CIS, el avance popular más espectacular en este campo de batalla virtual se produciría en Andalucía, donde el PP lograría 10 diputados más que el PSOE, una vuelta a la tortilla en toda regla.  Bien es verdad que en las últimas encuestas que manejan los propios populares esa diferencia se situaría en seis, con cuatro en el aire. Con todo, teniendo en cuenta que la diferencia en 2008 a favor de los socialistas fue de 11 escaños, una victoria de esa magnitud sería la mejor tarjeta de presentación del líder conservador, Javier Arenas, para postularse como primer inquilino del palacio de San Telmo a partir de los comicios de marzo. 

En Cataluña, el PSC, que se dejaría nueve diputados en la gatera, conservaría la primera posición, pero el PP se quedaría a cuatro escaños cuando la diferencia en las anteriores generales llegó a los 16 diputados. El morbillo está en saber si CiU, con el ínclito Duran Lleida a la cabeza, conserva la segunda posición delante del PP. Los populares están a tiro de piedra: a uno. Con todo, pese al batacazo,  los socialistas catalanes pudieran sacar algo de pecho -pechito- si se convierte en la única federación del PSOE que ganó en su territorio. A la ministra de Defensa, Carme  Chacón, no le vendría mal en sus aspiraciones de liderar el PSOE tras el 20-N.

En el País Vasco, los socialistas de Patxi López se dejarían sólo dos escaños -de nueve a siete- y el PP pasaría de tres a cinco. La tragedia llama al PNV, al que sitúan a la altura de la izquierda abertzale con tres representantes en Madrid, la mitad que  en 2008.

En resumen, el PP ganaría en el cómputo conjunto de Andalucía, Cataluña y País Vasco por cuatro escaños, cuando en los últimos comicios el PSOE le sacó más de treinta diputados de diferencia.

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