En 1932 la MGM encargó a Tod Browning (que el año anterior había dirigido la primera versión cinematográfica de "Drácula") la realización de una película de terror, un género ajeno, hasta entonces, a los todopoderosos estudios del león, que vieron con preocupación como la pequeña productora Universal rompía la taquilla con títulos como "Frankenstein" o la mencionada "Drácula". La película fue "Freaks" (en España, "La parada de los monstruos") que ya desde el cartel promocional intentaba captar el interés del público con una extraña pregunta: "Can a full grown woman truly love a midget?" (¿Puede enamorarse de verdad una mujer normal de un enano?). Browning buscó sus "freaks" en los circos y ferias que tan bien conocía por haber iniciado en ellos su carrera profesional y así junto a dos pequeños actores: Harry y Daisy Earles (conocida esta última en el mundillo artístico como la Mae West enana), las verdaderas estrellas de la película fueron los engendros reclutados por el director: "El torso viviente" ( un negro de la Guayana británica que, carente de brazos y piernas, todo lo hacía con la boca); "El esqueleto andante" (un adulto que apenas pesaba 20 kilos); "La Venus de Milo" (una joven sin brazos); "El hombre sin piernas" (caminaba con suma habilidad sobre sus brazos); un hermafrodita; varios microcefálicos y unas hermanas siamesas unidas por la cadera. A pesar de que hoy está reconocida como uno de los títulos clave en la historia del cine de terror, en su día la película resultó ser un absoluto fracaso de taquilla y fue calificada por la crítica de: "aborrecible, grotesca y extravagante".

En cierta forma y aunque con mejor fortuna (ha recaudado ya más de 20 millones de euros) la recién premiada con la efigie de Goya, "Campeones", imita con gran fidelidad la vieja fórmula de Tod Browning al hacer recaer sobre las espaldas de un ficticio equipo de baloncesto de discapacitados intelectuales todo el peso de la película. En ambos casos, la "excepcionalidad" de sus protagonistas se sobrepone a la historia que se pretende contar ya que, en el fondo, son las peculiaridades (reales y no fingidas) de sus interpretes las que atraen la atención de los espectadores. Sin embargo, mientras que el hallazgo de "Freaks" (y quizá la razón de su menosprecio) fue mostrar a estos seres anómalos como personas con sentimientos y emociones nobles frente a la perversidad de los considerados "normales que se regodean en sus deformidades, en el caso de "Campeones" lo que se nos ofrece es una visión ingenua y -como se dice ahora- "positiva" de unos inadaptados que viven en "los mundos de Yupi" ya que todos sus problemas desaparecen por el sencillo procedimiento de ignorarlos. Con toda su vulgaridad, las películas de "Torrente" son más auténticas y retratan el talante español mejor que esta elogiada utopía deportiva.

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