Cadalso y San Roque

Los restos de Cadalso se arrebujarán al sentir los pasos de quienes se han olvidado del porqué de su muerte

En los primeros días de agosto de 2018, la prestigiosa revista Historia y Vida, cumpliendo el medio siglo desde su aparición en 1968, publicó un trabajo, de recomendable lectura, de José Calvo Poyato, titulado: "¿Cómo se perdió Gibraltar?", que es una magnífica síntesis de lo ocurrido. Nos sitúa en los orígenes de un conflicto de más de tres siglos que se reactualiza a medida que los avatares de la política internacional se suceden. Muchas vidas ha costado la existencia de la colonia militar que unos cuantos ven ahora como si tal cosa. Y doloroso es que algunos de entre ellos sean autoridades de la ciudad de San Roque, donde se refugiaron los fugitivos y donde crearon el municipio que hoy es.

El actual Ayuntamiento de San Roque, cuyo biotopo intelectual deja en demasiadas ocasiones mucho que desear, aprovecha las efemérides del Día de Andalucía para hacer doblete -aunque haya un desfase de dos días- y honrar la memoria de José Cadalso, que nació en Cádiz, en 1741, y murió en el llamado Gran Asedio de Gibraltar (1779-1783). Cadalso es, junto a Jovellanos, una de las figuras literarias más importantes del siglo XVIII. Después de haber pensado en ser jesuita, se alista en el regimiento de caballería de Borbón en 1762 y recibe su bautismo de fuego en Portugal, durante la Guerra de los Siete Años (1756-1763).

El alcalde de San Roque, víctima inocente del biotopo, se refiere a Cadalso como nativo de San Roque. Sin embargo, ni nació ahí ni parece que mantuviera una relación relevante con la ciudad hasta que fuera destinado a uno de los sitios de Gibraltar, en 1779. El gran amor de su vida fue la actriz gaditana María Ignacia Ibáñez, La Divina. El prematuro fallecimiento de esta bella mujer, el 22 de abril de 1771 a causa de unas fiebres tifoideas, seguramente influyó en su entrega a la literatura y a las armas. Es en Madrid donde Cadalso la encontró cuando él no había cumplido los 29 años. En 1777 ascendió a comandante y dos años más tarde participó en el asedio que lo trae a las puertas de Gibraltar, donde muere poco después de ser ascendido a coronel, como consecuencia del golpe en la sien, de un casco de granada. Eran las nueve y media de la noche del 26 de febrero de 1782, Cadalso tenía 40 años. Sus restos se guardan en Santa María la Coronada y se arrebujarán al sentir los pasos de quienes envueltos en el protocolo, se han olvidado del porqué de su muerte.

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