Está claro que lo que más une a un grupo formado por personas con distintos criterios es tener un enemigo común, incluso pasando por encima de las desavenencias particulares de sus integrantes, haciéndose fuerte para luchar contra aquel enemigo que quiera asaltar las murallas del interés colectivo.

Lo acabamos de ver con el firme posicionamiento del alcalde de Algeciras, José Ignacio Landaluce, respecto a la creación en la ciudad de un nuevo centro para acoger inmigrantes irregulares en régimen abierto (CETI), que ha contado con el respaldo de todos los grupos políticos con representación en el plenario, incluido el PSOE que es el que gobierna en Madrid y del que presumiblemente ha partido la idea.

Bien es cierto que los socialistas locales han matizado su posicionamiento pidiendo más tiempo para conocer la propuesta en profundidad, pero, de entrada, eso de que los acogidos sean personas con casuística dispar con puertas abiertas y sin custodia policial no termina tampoco de cuadrarles.

Pero lejos de analizar si nuestra comarca ya realiza grandísimos esfuerzos para contentar al Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones del Gobierno de España, me gustaría detenerme en ese hecho histórico que ha ocurrido y por el que todas las formaciones políticas de Algeciras han conseguido ponerse de acuerdo. Es decir, que es posible unificar el criterio para "luchar contra un enemigo común" independientemente de si tu partido es en ese momento el inquilino o no de la Moncloa.

Vaya por delante mi enhorabuena para nuestros representantes locales por este hecho tan significativo, con el alcalde a la cabeza, sin entrar en el fondo de la idoneidad de la decisión, pero qué pena que estos mismos interlocutores, y otrora sus antecesores, no hayan sido capaces de ponerse de acuerdo en otros asuntos para defender nuestros intereses y luchar frente a "enemigos comunes" de calados similares o mayores.

Qué pena que no hayan considerado ustedes un enemigo común el siglo de aislamiento ferroviario que sufre el Campo de Gibraltar y hasta hayan votado en contra de nosotros mismos en Madrid, qué pena que no hayan considerado ustedes un enemigo común el histórico bloqueo terrestre del puerto de Algeciras, qué pena que no hayan contemplado ustedes como enemigo común la falta de un plan de desarrollo para nuestra comarca, qué pena que no hayan considerado ustedes como tal que permanezcamos a la cola de la oferta universitaria, qué pena que ustedes no hayan visto un enemigo común en la depuración de las aguas fecales y el impacto ambiental que esto produce, qué pena que ustedes sólo se hayan unido para ver como único enemigo común el anunciado CETI…

Y bien sabe Dios que esa unión puntual me reconforta como ciudadano porque nos demuestra que es posible que ustedes se unan ante presuntos enemigos comunes de nuestra ciudad.

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