EL Ayuntamiento de Algeciras está consiguiendo, consciente o inconscientemente, acabar con la práctica del botellón en Algeciras. Desde que se trasladó al Llano Amarillo, cada vez son menos los jóvenes que se reúnen a beber alcohol en la vía pública. Atrás queda esa plaza Inmaculada llena hasta la bandera o las concentraciones masivas en El Secano. Con el nuevo emplazamiento se ha conseguido minimizar las molestias, para descanso de los vecinos, y que muchos jóvenes se pelen de frío. Y es que el recinto portuario, por la noche en estas fechas, invita más a tomarse una sopa caliente que un cubata cargado de hielo. Quizá sea ésta la razón por la que el Consistorio se esté haciendo el remolón a la hora de instalar la carpa. Pensará que cuanto más inhóspito sea el Llano menos gente acudirá. El problema es que como sigan así son capaces de poner en peligro la tradición del día 24, que el año pasado congregó a 10.000 personas.