Al sur del sur

Javier Chaparro

jchaparro@grupojoly.com

Bonito pueblo

Aunque el punto de partida de cada ayuntamiento es dispar, Castellar marca de forma nítida el camino a seguir

La declaración de Castellar de la Frontera como uno de los municipios más bonitos de España supone un merecido reconocimiento al trabajo realizado por sus habitantes y por su Ayuntamiento en favor de la conservación de su patrimonio, un concepto este último que va más allá del cuidado de sus monumentos y edificios más representativos. Los chisparreros han dado ejemplo a lo largo de muchas décadas de que el desarrollo social y económico no está reñido con la protección de sus señas de identidad y de que para mirar al futuro no es preciso construir fuentes horrorosas ni rotondas que dan paso a terrenos de nadie. Tampoco ir con la piqueta por delante para edificar bloques de pisos o urbanizaciones de chalés rodeados de césped que tan solo sirven como segundas residencias durante breves periodos del año.

El listado de los municipios con menos de 15.000 habitantes de la provincia de Cádiz que, junto con Castellar, forman parte del selecto club de los más bellos -Vejer, Grazalema, Zahara de la Sierra y Setenil de las Bodegas- nos da idea de cuáles son los valores que más se tienen en cuenta a la hora de conceder ese sello de calidad: respeto a la trama urbana tradicional y al entorno natural, cuidado de las zonas verdes, la limpieza, el tráfico (con los viandantes como prioridad frente a los vehículos a motor) y el buen gusto de la cartelería, tanto la pública como la privada. ¿Cuántos otros pueblos y ciudades se han dejado ir y han tirado por la borda esos valores? Aunque el punto de partida de cada ayuntamiento es dispar, Castellar marca de forma nítida el camino a seguir por todos.

La pandemia ha provocado una caída generalizada de los precios de las viviendas puestas en venta y alquiler. La excepción son los inmuebles situados en entornos en los que la vida se hace más llevadera y sencilla, lo que se traduce en poder andar por la calle sin que el paseo parezca una carrera de obstáculos, en disfrutar del sol en una plaza abierta cerca de nuestros domicilios, en gozar de equipamientos públicos de índole cultural y deportivo para nutrir el alma y el cuerpo, en no depender del coche para comprar una barra de pan.

Si algo nos ha enseñado el coronavirus, como otras muchas enfermedades de tipología diversa, es que la escala de valores en la que muchos nos movemos vale de bien poco y que los grandes placeres se toman a sorbos. Están presentes, al alcance de nuestras manos, en elementos cotidianos que muchas veces nos pasan desapercibidos. Enhorabuena a los chisparreros por su éxito, por recordarnos la fórnula para alcanzarlos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios