En el argot cinematográfico se denominan "blockbusters" a aquellas películas que apoyadas en un gran presupuesto se convierten en grandes éxitos de taquilla y el lograrlos es la prioridad de las multinacionales que controlan el negocio del cine. "Quo vadis", "Lo que el viento se llevó", "Ben-Hur" o "Tiburón" son ejemplos clásicos de películas que lograron el objetivo ideal de aunar el gusto de público y crítica, al punto de que todavía hoy siguen atrapando al espectador que eventualmente se las encuentra en algún canal de televisión. Sin embargo, las más taquilleras de las películas actuales no tienen esa cualidad: tal como se ven… se olvidan y desde luego, ninguna de ellas resiste un segundo visionado. La mayoría son historias de monstruos o superhéroes, las mismas aventuras que leíamos en los comics de nuestra infancia: "Iron Man", "Transformers", "Batman", "Los vengadores", "Spider Man", "Godzilla vs. Kong" o cualquiera de las múltiples entregas de "Star Wars". Son siempre películas sustentadas en la espectacularidad de sus escenas de acción que plagadas de deslumbrantes efectos especiales sirven para enmascarar la puerilidad de unos argumentos que hasta para los niños resultan ñoños.

El cine se está infantilizando con superproducciones que conquistan el gusto del público gracias a descomunales campañas de promoción que nos abruman con un extenso catálogo de héroes y villanos nacidos más del desarrollo de las nuevas tecnologías que de la creación artística.

Ahora, cuando, por ejemplo, sin haber perdido un ápice de su fascinación, se acaban de cumplir los cincuenta años del estreno de "El Padrino" parece impensable que pudiera rodarse una historia parecida. Las experiencias psicológicas y emocionales de los personajes, la ambigüedad de su moral o la contundencia de sus métodos resultarían cuando menos confusas para un público acostumbrado al maniqueísmo de "buenos" y "malos".

William Friedkin, el director de films tan emblemáticos como "The French Connection" o "El exorcista", opina que este tipo de cine funciona como los restaurantes de McDonald´s: Con el éxito de la franquicia de las hamburguesas, la gente olvidó el sabor de la buena comida.

Irónicamente, en la II Guerra Mundial, la prensa alemana acuñó el término "blockbuster" para referirse a las bombas HC (de alta capacidad) que los aviones de la RAF utilizaban para bombardear ciudades como Dresde, Colonia o Dusseldorf. La ruina y desolación que provocaron en esas poblaciones es similar a la que está produciendo en el cine los "blockbusters" de Hulk, Thor y todos sus congéneres.

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