Durante la guerra de Vietnam se puso de moda el "agente naranja", un potente herbicida que los norteamericanos usaban para acabar con las selvas en las que se escondía Charlie. El partido de Albert Rivera va camino de convertirse en el auténtico agente naranja de la política nacional: en muchos sitios donde sus votos son decisivos para la gobernabilidad todo se paraliza y el ambiente es de puro bochinche. El que se suponía que debería ser el gran partido bisagra de la España poscrisis y posbipartidista, va camino de convertirse en la gran tranca que impide abrir cualquier solución política. Obsesionados con arrebatarle las pieles de líder del centroderecha al Partido Popular, Ciudadanos y su líder Rivera se sientan a las mesas de negociaciones más pendientes del qué dirán que de hacer política de verdad. Como una señorita melindrosa y pacata, a todos detesta, tanto al PSOE de Pedro Sánchez, como al Vox de Abascal, al que ha conseguido sacar de sus casillas (tarea no muy complicada, por otra parte) hasta hacerle estallar en un ataque de cólera cuartelera. Mientras tanto, los ciudadanos (los de verdad, sin mayúsculas) se van cansando de su estrategia. Lo del último CIS de Tezanos, que le concede el añorado sorpasso al PP, debe ser una alucinación demoscópica (que haberlas haylas).

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