Crónica Personal

Bipartidismo

Los aventurerismos no han aportado nada bueno nunca, en ningún aspecto. Los votantes empiezan a darse cuenta

Los políticos actuales, con excepciones, reniegan de la Transición e incluso alardean de que aquellos tiempos pasados son definitivamente pasado, sin reconocer que fueron un orgullo para una España que salía de una dictadura y que con hombres y mujeres de muy distinta ideología y trayectoria hizo el tránsito a la democracia de una forma que asombró el mundo. Han pasado más de cuarenta años desde que se sentaron las bases para aquella España del bipartidismo completado por el partido comunista y los nacionalistas, y vuelve ahora ese modelo con un PSOE y un PP que se fortalecen a medida que surgen partidos satélites a su derecha e izquierda.

No es una mala noticia. Todo lo contrario, esos dos partidos con experiencia de gobierno dejan mucho que desear todavía respecto a sus padres y abuelos políticos, pero las convulsiones políticas y sociales últimas han provocado que tanto Pedro Sánchez como Pablo Casado hayan potenciado su cara más institucional mientras otras fuerzas se mueven en la superficialidad, la demagogia, la falta de criterio y, por qué no decirlo, en algunos casos el disparate.

Los retos que se presentan al nuevo Gobierno, el que sea, son importantes, y los que creen que el voto debe ser maduro, meditado y sin dejarse llevar por simpatías personales hacia tal o cual candidato, estas semanas últimas lanzan mensajes inequívocos de que se empieza a valorar la seriedad y la experiencia de gobierno. Hay signos evidentes de que el bipartidismo se configura como el escenario más probable para afrontar situaciones como el Brexit, el desafío independentista catalán, el incremento del paro, la financiación autonómica o la mala nueva que llega desde Estados Unidos: Donald Trump pretende dar la puntilla al campo español con nuevos y gravosos aranceles al vino, el aceite y el queso, así como a la empresa Airbus, participada por España.

No es casual que Errejón se presente sólo en provincias en las que no va a afectar negativamente al PSOE, ni tampoco es casual que Vox vaya a presentar sólo un candidato al Senado en distintas provincias. Errejón no quiere debilitar al PSOE ni Vox quiere debilitar al PP, apuestan por participar en una fórmula en la que PSOE y PP se potencian, acompañados uno y otro por partidos menores formando dos bloques perfectamente definidos. Centro izquierda -porque Sánchez se ha centrado- y centro derecha -porque Casado se ha centrado-, liderados cada uno de los bloques por un partido con historial que tiene referencias en la Transición.

Los aventurerismos no han aportado nada bueno nunca, en ningún aspecto. Los votantes empiezan a darse cuenta.

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