Belvedere naranja

Dejando tan mal a Inés Arrimadas, Pedro Sánchez se ha dejado peor a sí mismo, aunque no le importe

Mucho se está comentado el papelón de Inés Arrimadas y Ciudadanos. Dieron su apoyo a Pedro Sánchez para la prórroga del estado de alarma y Sánchez, con los votos naranjas en la buchaca, ha seguido haciendo de su capa un sayo. Ha dejado a Madrid en la fase 0, con un proceso bastante dudoso, agravios comparativos e informes guadianas. Según el vicepresidente naranja de la Comunidad de Madrid Ignacio Aguado: "La decisión del Gobierno de España no ha sido técnica, sino política. No han presentado ni un solo argumento que justifique que no podamos pasar de fase. Cumplíamos y se han opuesto. Están condenando a miles de madrileños a la ruina y destruyendo el motor económico de España". Pero Cs son los que lo han posibilitado, y se abuchean a sí mismos. La próxima prórroga la negociará Sánchez con el PNV y ERC, dejando a los naranjas de juguete roto.

Aunque de esto se ha escrito mucho. En cambio, no se ha analizado desde la otra orilla del acuerdo. Al dejar a los pies de los caballos de sus votantes y de la opinión pública a Arrimadas, Sánchez demuestra, una vez más, que carece de visión de futuro.

Decíamos ayer que el comodín "lucha de clases 2.0" de decir que las protestas contra el Gobierno las hacen los pijos, jopé, era aire para hoy o para ayer o para anteayer, pero asfixia para cuando todo tipo de personas se echen a la calle, como ya se están echando. No prevén a más de 24 horas. Y eso, como mucho. ¡Si incluso en las ruedas de prensa son capaces de decir una cosa al principio y otra al final, o cambian de criterio a media tarde…!

A Pedro Sánchez le interesaba mimar a Cs, que le había echado un cable y que podría tener que echárselo más pronto que tarde por el lado del constitucionalismo. Sin embargo, ni cuida su geometría variable ni lanza mensaje de fiabilidad a ninguno de sus socios ni a los interlocutores sociales ni a los miembros europeos ni a nadie. Bracea tanto para no ahogarse que es incapaz de no dar manotazos a todo el que se le acerque a echarle una mano.

Por eso, lo importante, más que lo de la veleta naranja, que tiene la importancia que puedan tener sus escasos diputados y los desengaños de Inés, es la perspectiva del presidente y su acción de gobierno que se contempla desde el belvedere de la experiencia naranja. Lo de menos, siendo grave, es que Sánchez no tenga plan B. Tampoco tiene un plan A para más de una semana vista. Repentiza e improvisa.

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