Al sur del sur

Javier Chaparro

jchaparro@grupojoly.com

Begoña y otros muchos

"La posición geográfica marca el destino de La Línea, su fortuna y buena parte de sus desgracias"

Vaya por delante que este no es un artículo para los ciudadanos de La Línea. Nadie mejor que ellos conoce la situación de una ciudad en la que pocas cosas hay más placenteras que arrancar el día desayunando en la terraza del Modelo o en alguna otra cafetería aledaña mientras se lee la prensa, dejarse llevar luego por las calles y adentrarse en la plaza de La Concepción para comprar unos volaores, caminar un rato después por uno de los dos paseos (levante o poniente, en función de lo que dicte el viento) y rematar la faena haciendo parada en alguno de los muchos y buenos bares o restaurantes del centro o su periferia. Esa es La Línea de la Concepción, la del maestro Cruz Herrera, la del regatista Rafael Trujillo, la del empresario Miguel Rodríguez, la del catedrático José Carlos García Gómez o la de Begoña Arana, quien el pasado lunes recibió de manos de Leonor, la heredera al trono de España, el Premio Princesa de Girona por su impagable labor en favor de los más desfavorecidos como directora del Nuevo Hogar Betania.

Desde su trinchera social, esta ONG mantiene abiertas sus puertas, 365 días al año las 24 horas, atendiendo a todo aquel que necesita ayuda para seguir adelante, una tarea similar a la que se lleva a cabo desde la Coordinadora Despierta, que esta semana ha podido reanudar su programa para dar diariamente comida y ducha a unas 60 personas después de que la Junta le haya pagado 83.000 euros de deuda, aunque aún le quede por abonar 72.360 y la Diputación, 3.847.

Sí, existen los Castañitas y demás grupos de indeseables dedicados a la droga por los que, esta semana también, nos ha vuelto a preguntar una televisión de Madrid por si tenemos el teléfono de uno de ellos. Queremos entrevistarles, ya sabéis. Sí, efectivamente, ya sabemos: llegar, encender la cámara, pillar a alguien para que diga alguna barbaridad contra la Policía Nacional o la Guardia Civil, tomar unos planos a la carrera como si se estuviese en la guerra de Vietnam y poner luego una voz en off con tono grave para concluir que estamos en la Medellín de Europa sin haber pisado la Calle Real.

La posición geográfica marca el destino de La Línea, su fortuna y buena parte de sus desgracias. Es el lugar donde se alijan toneladas de hachís que luego son consumidas entre risas en España y media Europa, desde donde luego se mira con desdén a este sur del Sur aparcado de la memoria, donde el Estado estuvo desaparecido tantos años, dejando que el narco campase a sus anchas, sin invertir en seguridad, pero tampoco en materias como educación, formación o servicios sociales, pilares básicos para que una sociedad pueda tomar vuelo. Begoña y muchos otros son La Línea, aunque solo en contadas ocasiones aparezcan en los medios de comunicación. Hoy lo hacen en Europa Sur y otros diarios del Grupo Joly en reconocimiento a su trabajo.

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