La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Batucadas y garabatos

Tiempos de batucadas, coreo de eslóganes y coreografías reivindicativas grabadas con móviles, no de reflexión

Uno de los síntomas más alarmantes de la pobreza de la vida pública española es el poco peso que en ella tienen los intelectuales. Estaríamos tentados de pensar que no existen voces inteligentes, críticas, independientes y reflexivas que nos ayuden a pensar y a pensarnos, a ver y a vernos. Y que estas pertenecen al pasado, a las generaciones del 98, el 14 y el 27 o a la resistencia antifranquista de los 60 y los 70. No es así. Es que el ruido impide oírlos, que su autoridad -en el más noble sentido de la palabra: prestigio y crédito que se reconoce a una persona por su calidad y competencia en alguna materia- no se acepta a causa de un erróneo concepto de igualdad, que la devastación educativa no enseña a buscarlos, reconocerlos y apreciarlos, que -como escribía Fernando Savater en un reciente artículo (Garabatos, El País, 9-3-19)- "es inútil buscar maestros o aprender de los clásicos cuando cualquiera es genial por derecho de cuna".

Afortunadamente no faltan intelectuales comprometidos con la cosa pública, empezando por el maestro Emilio Lledó, sevillano que merece más reconocimiento de la ciudad que le nombró Hijo Predilecto pero no le ha dedicado una calle (como sí ha hecho Salteras), y siguiendo por Savater, Aurelio Arteta, Antonio Muñoz Molina, Daniel Innerarity, Victoria Camps, Josep Maria Esquirol, José Antonio Marina o Miguel García-Baró.

Publican libros y algunos de ello también frecuentes artículos en periódicos. Dan conferencias e intervienen en debates. Pero sus palabras y reflexiones parecen traspasar nuestra vida pública como los fantasmas los muros, sin dejar huella; y sin generar una reflexión política y socialmente influyente. Vivimos tiempos de batucadas, coreo de eslóganes y coreografías supuestamente reivindicativas grabadas con móviles. Tiempos de garabatos, como escribe Savater en el artículo antes citado refiriéndose a los grafitis: "Hace décadas se puso de moda ensalzar el arte de los garabatos callejeros, hoy convertidos en una lepra de colorines que estropea fachadas, persianas y trenes sin remedio a la vista. ¿Cómo combatir una forma de prestigioso vandalismo que concuerda con la pedagogía actual, basada en el voluntarismo y la emoción sobre cualquier forma de aprendizaje disciplinado sometido a normas objetivas? Lo que sale sin pulimento ni recato de las entrañas es siempre gloria bendita, aunque al aún no modernizado le parezca y le huela como excremento".

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