la esquina

José Aguilar

Barreda no es un contable

ENTRA dentro de la lógica política que la presidenta de Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal (ya saben que no es santa de mi devoción), pretenda justificar su política de recortes en base a la herencia dejada por su antecesor, José María Barreda.

Pero es que la herencia se las trae. El parlamento regional encargó en julio pasado un informe oficial a la Sindicatura de Cuentas de la Junta castellanomanchega para salir de dudas y conocer a ciencia cierta quién tiene razón, si Cospedal al culpar a Barreda de la situación actual por la deuda que acumuló en su mandato o Barreda al atribuir a la actual presidenta la voluntad de tapar su propia incapacidad con la gestión anterior.

La Sindicatura de Cuentas, que se supone independiente y ajena a la pelea partidista, ha dictaminado con claridad: la deuda definitiva que crió Barreda antes de marcharse asciende a 2.813 millones de euros. Es incluso superior a la calculada por la Consejería de Economía del Gobierno Cospedal. Los síndicos subrayan que Barreda abandonó la Junta castellana con 167.000 facturas sin pagar y que incurrió en gastos de cuantía significativa que no están consignados en los presupuestos. En conclusión, Barreda dejó a deber tanto que debía hasta de callarse.

Pero es que el propio ex presidente acaba de definir su gestión con tal sinceridad que no necesita enemigos que la denuncien. El sábado, en una breve entrevista publicada en El País, defiende la política con la que llevó a su comunidad autónoma a ser la más deficitaria de España: "Somos la comunidad con más déficit, pero también la que más ha invertido en educación, la que mejor sanidad pública tiene, la mejor comunicada por autovías...". Y remata así: "Yo era un presidente autonómico, no un contable, y no afronto la política con esa mentalidad".

Pocas veces se encuentra uno con una expresión de irresponsabilidad más nítida y brutal en un gobernante. Parece querer decir que un político no debe echar números, como hace cualquier padre de familia antes de consumir y cualquier empresario antes de invertir, sino gastar a manos llenas lo que no tiene, incluso sin tener en cuenta la caída de sus ingresos por la crisis ("no renunciamos a mantener los proyectos emprendidos"). No hace falta ser contable para darse cuenta de que las deudas que contrajo para lograr esas autovías, la mejor sanidad y la educación de primera las tendrán que pagar los castellanomanchegos de ahora mismo y los de mañana o, peor aún, todos los españoles. Por mentalidades como la suya está Grecia como está. Al borde de la quiebra.

"He dejado una región más preparada para el futuro", proclama Barreda en la entrevista. Por supuesto: para un futuro negro.

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