ECHANDO mano del argot ciclista, a la Balona se le venían encima tres puertos de primera categoría (Cartagena, Marbella y Recreativo de Huelva), y un falso llano (Conquense), y la afición estaba ansiosa por saber cómo iba a ser la actuación del equipo. Lamentablemente, la primera ascensión se le atragantó a los albinegros, y no por no ser capaz de tutear al equipo departamental (al que lograron minimizar durante muchos minutos del encuentro), sino porque en esta categoría, no sólo basta con competir.También hay que lograr no tirar por la borda los partidos por fallos más propios de alevines que de jugadores profesionales.

Hay varias cuestiones que siguen planeando por la grada, entre ellas la escasa aportación de determinados jugadores y el alarmante bajón de rendimiento de alguno que otro. Además, y es obvio, la escasez de pólvora arriba es alarmante.

Da la impresión de que a la ya quemada afición blanquinegra no hay que darle muchas más excusas para que se aburra. Si al poquísimo fútbol que ofrece el equipo le unimos esa incapacidad para remontar resultados adversos, el resultado es que el aficionado que paga su entrada –e incluso algún que otro abonado– se plantee si asistir a los siguientes partidos. Es duro decirlo, pero es lo que se oye en las gradas.

Sin embargo no hay que perder de vista que esto es muy largo y siempre hay que mirar hacia adelante y aprender de los errores. Y mientras llegamos al próximo partido de Liga (otro transatlántico de la categoría como es el Marbella), la Balona no puede sembrar más dudas entre su parroquia y debe saldar positivamente su enfrentamiento contra la Balompédica Conquense, porque de no ser así, empezarán a asomarse los fantasmas del pasado (si no lo han hecho ya). Quizás un poco más de “alegría” sobre el césped sería de agradecer.

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