Solo es necesario estar atentos para que la vida se renueve; no cada año sino cada día y a veces sin quererlo la vida sola se encarga de hacerlo y solo le bastan un puñado de minutos.

El único décimo de lotería al que aposté no me cambió la vida. Durante días, antes del sorteo, lo tuve en la estantería y al pasar y cruzar mi mirada con su cifra, un pequeño sobresalto me nacía junto con un deseo: ojalá me dé para cambiar el sofá de casa, arreglar la chimenea, agrandar la sala de yoga, hacer reformas en el cuarto de baño… cada día una ilusión proyectada que duraba lo que tardaba en ir de un lugar a otro de la casa: si estaba en el salón, cuando llegaba a la cocina la fugaz ilusión se había esfumado. Ahora el billete no está en su sitio, bueno sí, está en el cajón del reciclado y el número ya ni lo recuerdo. Hoy podría estar escribiendo de otra cosa si una de las pequeñas bolitas que danzan en el bombo hubiese salido con mi número y uno de los niños lo hubiese cantado. Solo parece que queda entonces el consuelo de decir que por lo menos de salud voy sobrada y eso es lo que importa. La fórmula es no solo un poco de ejercicio y comer sano, también, y primordial, pensar sano y sentir sano; que la cabeza no solo funcione bien por las nueces y el oxígeno de los paseos sino también por las buenas ideas e intenciones y que el corazón no bombee solo sangre sino también pasión por cada cosa que haces e ímpetu en reconocer la multitud de emociones que nos definen.

Dicen que el amor mueve el mudo, el problema es que somos tan torpes e inexpertos que la forma misma de perseguirlo nos acarrea mayor pesar. Creemos que debemos aferrarnos porque no concebimos disfrutar de algo que no poseemos. Y es así cómo confundimos apego con amor. Pero de lo que no cabe duda es de que cada vez que las pérdidas y las decepciones de la vida nos dan una lección de impermanencia, nos acercan a la verdad.

"Cuando se cae desde una gran altura, solo hay un lugar al que se puede ir a parar: al suelo, al suelo de la verdad". Después de muchos tropiezos he descubierto que la caída no es en absoluto un desastre.

Al 2020 le pido: equilibrio para morar en calma.

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