Un, dos, tres

Quienes siguen viviendo de las rentas de ETA no son sus víctimas, sino quienes han crecido a su abrigo

Uno. Tienen razón quienes, desde el PSN, se quejan de que "ya vale lo de vivir de las rentas de ETA". Cabe hacer una precisión, sin embargo: quienes han vivido, y siguen viviendo de las rentas de ETA, no son sus víctimas o sus detractores, sino quienes han crecido a su abrigo, como Bildu o Geroa Bai (delegación del PNV para Navarra), cuyo lema dejó dicho para la Historia el insigne y benemérito don Xabier Arzalluz: "Unos sacuden el árbol y otros recogen las nueces". Al parecer, al PSN le parece excesivo que el árbol se queje; pero no tanto que sus posibles socios aún celebren y homenajeen a los sacudidores. Dejo aquí unos versos del grande, del inolvidable Vicente Tortajada: "De haber tenido un hijo/ no querría mi herencia:/ el terror, el decoro, todo un reino". Qué pronto nos hemos olvidado de ambas cosas, del terror, del decoro, de aquel reino de sombras.

Dos. UPyD primero y Ciudadanos después, nacen para cubrir un hueco muy preciso: aquél que había dejado el socialismo, el centroizquierda, en el País Vasco y Cataluña. De esa necesidad perentoria nació también otra evidencia, no menos, sorprendente. Si el PSOE ha conseguido convertirse en una fuerza marginal en ambas comunidades se debe, muy probablemente, a su deslizamiento hacia el prontuario, hacia el milenarismo quejicoso y lírico del nacionalismo. La señora Chivite parece más propicia al pacto con la derecha decimonona de Geroa Bai que a una coalición que no contemple un gobierno por delegación, alentado o dirigido por el PNV. Y ello con el apoyo o la abstención de quienes, al parecer, no viven de las rentas de ETA. O sea, Bildu.

Tres. Repitámoslo una vez más: nación es a nacionalismo lo que hígado a hepatitis. Esto es, se trata de una inflamación, de una ulceración, de una abrupta anomalía política que entorpece el libre funcionamiento de las democracias. Al margen de la posibilidad o no, de la legitimidad o no, de pactar con cualquier fuerza parlamentaria, la izquierda española no puede perderse en el espejismo identitario, hijo del XIX, que tantos y tan profundos desastres causó en el siglo pasado. Por la misma razón, y por motivos de igual urgencia, tampoco Ciudadanos puede ampararse en la pureza hasta convertirse en un cadáver (recordemos los cadáveres exquisitos del Surrealismo), tan puro como inservible.

Coda. Si se convocan unas próximas elecciones, el PSOE seguirá siendo la fuerza decisiva. Vale decir, tanto el problema como la solución seguirán siendo los mismos.

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