Andan como locos los alcaldes y concejales, cambiando rótulos en calles y plazas, por mor de la Ley de la Memoria Histórica. Algunos creen que les ha dado un ataque repentino de "adanismo", esto es pensar que todo existe sólo desde que uno nació, pero el fenómeno hunde sus raíces en lo más profundo de nuestra historia. La obsesión medieval por la pureza de sangre, hizo que se buscaran con lupa, los antepasados de cada aspirante a la nobleza o a un simple cargo administrativo. Existe un libro titulado Tizón de la nobleza española, escrito por el Cardenal Francisco de Mendoza y Bobadilla que relaciona los Reyes, Títulos de Nobleza y termina con los apellidos comunes. Una tarde en la librería de un VIP en Madrid, cuando estaba entregado a uno de mis deportes favoritos: bucear entre libros, encontré un facsímil del Tizón. De una ojeada recorrí los listados, hasta que encontré mi apellido, entre los comunes. Pensé para mí, bueno no tengo sangre noble, ni tengo un duro, pero por lo menos tengo apellido de "cristiano viejo".

Cuando todo parecía estar claro y por escrito, llegaron la reconquista y la expulsión de judíos y moriscos. La cosa se complicó por la permanencia en España de los conversos de ambas religiones. La solución fue cambiarles de apellidos. Valieron para ello, desde los nombres de los oficios que desempeñaban, Carpintero, Herrero, hasta los de las localidades en donde vivían. A los más significativos, por ejemplo a antiguos dirigentes, se les impuso el nombre de los colores, Blanco, Rojo. Se partió en el caso de los islamistas de una división que existía anteriormente en moriscos, mozárabes, mudéjares y muladíes. Con esos mimbres llegamos a América y allí hicimos catedrales, universidades pero también nos dedicamos con profusión, a la fabricación gozosa de mestizos. Pues bueno, como la cosa volvió a complicarse, con las mezclas raciales subsiguientes, logramos ponerle nombre a todas las uniones, como puede comprobarse en el INAH de Méjico. En España, no somos racistas y sí muy hospitalarios, pero ¡cuidado! juntos pero no revueltos. No crean que son costumbres antiguas. Durante el franquismo, cuando los DNI, se hacían manualmente, estos incluían una clave, para que cualquier agente gubernativo supiera al momento, si el detenido era una persona de orden o un delincuente. Se basaba en la forma que estaban escrito el nombre y los apellidos, con mayúsculas o minúsculas. Alianza de Civilizaciones… ¡anda ya!. Eso fue un invento de Zapatero que por cierto, no tiene apellido de "cristiano viejo".

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios